El patriarca de Jerusalén: Belén, ciudad asediada

Mensaje de paz para palestinos e israelíes con motivo de la Navidad

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JERUSALÉN, 19 dic 2000 (ZENIT.org).- «Será una Navidad de guerra sin peregrinos», ha reconocido hoy el patriarca latino de Jerusalén al presentar su tradicional mensaje con motivo de la Navidad.

Esperamos –precisa Su Beatitud Michel Sabbah en declaraciones difundidas por el noticiero internacional de Radio Vaticano— que las autoridades israelíes permitan a esos pocos grupos que, según sabemos, vendrán del extranjero, el permiso para llegar a la ciudad de Belén, a la que definió como asediada y con hambre.

El patriarca denunció que la ciudad está asediada: sus habitantes no pueden salir y sus visitantes no pueden entrar. «Nos preguntamos si la justicia de la guerra exige verdaderamente todo esto», añadió.

El patriarca continúa diciendo: «Nuestras fiestas constituyen una oración y un consuelo para todos nosotros que atravesamos este momento de prueba. Todas las Iglesias del mundo nos han escrito para expresar solidaridad y acompañarnos con su oración».

El deseo para esta Navidad del patriarca de Jerusalén es que finalmente llegue la libertad para su gente. La libertad de los palestinos, afirma, «significará también la tranquilidad para los israelíes».

«Si el derecho y la dignidad del hombre se restablecen –concluye–, entonces no habrá motivo para la guerra: el opresor y el oprimido vivirán en paz, gozando juntos e igualmente de la gracia de Dios».

La agencia Assosiated Press describía hoy precisamente Belén (Cisjordania) como «una ciudad fantasma». En este año no hay luces de Navidad en la ciudad de Jesús. Continúan los enfrentamientos entre soldados israelíes y tiradores israelíes en el barrio de Beit Jalla. Los tres campos de refugiados rugen con furia. Docenas de militantes palestinos de la Intifada, algunos de ocho o nueve años de edad, han sido heridos o asesinados en sus enfrentamientos contra los militares.

Los grupos turísticos y de peregrinaciones, organizados en buena parte por agencias de Israel, en un ambiente así, brillan por su ausencia. Todo ello constituye un duro golpe para los programas de la Autoridad Nacional Palestina que quería aprovechar el atractivo que presenta Belén en este Jubileo para relanzar su imagen y economía.

De hecho, en declaraciones publicadas ayer por la prensa, el ministro de Estado encargado de las festividades de «Belén 2000», Nabil Qassis, hacía una clara provocación a Israel con motivo de la Navidad: «La gente debe posicionarse y venir a Belén. ¡A ver si en ese caso Israel dispara contra civiles!».

Qassis precisó, sin embargo: «Las fiestas serán reducidas a celebraciones religiosas y no habrá festejos populares ya que las familias de luto no pueden festejar que han muerto más de 300 mártires».

La Intifada ha dejado 344 muertos desde el pasado 28 de setiembre, en su inmensa mayoría palestinos.

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ZENIT Staff

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