Es posible «curar» el sida, asegura un teólogo sudafricano

La «muerte» llega al descubrir el virus en una sociedad de prejuicios

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CIUDAD DEL VATICANO, 3 diciembre 2001 (ZENIT.org).- Los 4,2 millones de personas infectadas por el virus VIH en Sudáfrica plantea a los cristianos del país nuevos desafíos para proponer verdades de fe como enfermedad, curación, muerte y resurrección, constata uno de los teólogos más eminentes del país.

Al intervenir el pasado jueves en la videoconferencia mundial organizada por la Congregación vaticana para el Clero, el profesor Stuart C. Bate, OMI, afrontó precisamente el argumento «Viviendo con la muerte en un mundo de sida».

En su exposición recogió la experiencia pastoral de la Iglesia en el país con el mayor número de enfermos de sida del mundo.

El asesor de varias conferencias episcopales sobre inculturación de la misión cristiana de sanación en el contexto africano comenzó constatando que en el caso de los enfermos de sida, «la muerte llega mucho antes del momento final». But death comes long before the final moment.

Muertos que caminan
«En el momento en que a una persona se le diagnostica la infección de VIH es como si la muerte entrara en su vida –explicó el catedrático–. La muerte, además, llega acompañada del pecado, pues la infección de VIH es percibida como una consecuencia del encuentro con la relación sexual pecaminosa».

Por eso, planteó una pregunta acuciante a los teólogos que le escuchaban a través de videoconferencia e Internet: «Jesús, que vino para derrotar la muerte y el pecado, ¿qué nos pide que hagamos por estas víctimas».

Resucitar muertos
Ante todo, explicó, es necesario «resucitar a los muertos derrotando los falsos prejuicios».

«Para el cientificismo occidental –dijo–, el sida no se pude curar. Esto significa que ser seropositivo equivale a una sentencia de muerte». La primera pregunta que se hacen los enfermos es: «¿Cómo es posible que un Dios de amor me haga esto?».

Ahora bien, decir que el «sida es incurable» puede generar confusión –alertó Bate–. Ante todo, porque la medicina actual logra contener el virus con fármacos, asegurando muchos años de vida. La acción cristiana por la justicia y la paz, en este campo, debe convertirse en «compromiso para ofrecer medicinas menos caras a las víctimas del sida».

Cuando se «cura» el sida
Pero el sida también es «incurable» por el hecho de que la comunidad ve al enfermo como un sentenciado a muerte. «La curación cristiana –dijo el teólogo– se da cuando las comunidades logran demoler esta actitud cultural poco constructiva».

Si se da este paso, explicó, nos convertimos en «auténticos seguidores de Jesús, quien se concentró en la dimensión humana y no tanto en la clínica. Su curación traía la vida y liberaba las personas del pecado y del desaliento, ofreciéndoles bienestar y esperanza».

«Sanar a los enfermos» se logra «cambiando las actitudes de condena», explicó el teólogo sudafricano. De este modo, cuando los cristianos atribuyen la enfermedad a un «castigo de Dios» por un comportamiento pecaminoso «caen en un acto profundamente anticristiano». No en vano Jesús invitó a «no tirar la primera piedra».

«La pandemia del sida está llevando a la ruina al África de hoy –concluyó–. Se trata de una crisis que requiere la buena nueva en todos sus frentes. Muchos están destinados a morir, pero en la vida tendremos que buscar continuamente nuevos caminos para resucitar a los muertos, sanar a los enfermos y predicar la buena noticia».

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ZENIT Staff

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