España: Se reaviva el debate sobre la investigación con células embrionarias

MADRID, 5 marzo 2003 (ZENIT.org).- El Comité Asesor de Ética en la Investigación Científica y Tecnológica, designado por el Ministerio de Ciencia y Tecnología del Gobierno español, ha dado luz verde a la investigación con células embrionarias con un sólo voto en contra.

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Los resultados del Informe sobre «La investigación sobre células troncales» fue presentado este miércoles en Madrid en una rueda de prensa.

El Informe no es vinculante políticamente, pero su opinión será tenida en cuenta especialmente por la Administración.

El Comité ha dado a conocer las 11 recomendaciones que hace para la investigación sobre células troncales, y un resumen del análisis científico, ético y jurídico de las investigaciones.

Asimismo, el Informe presenta el único voto del Comité (el de Mónica López Barahona, decana de Ciencias Biosanitarias y profesora de Oncología molecular y bioética, de la Universidad Francisco de Vitoria) que «no acepta la obtención de células troncales embrionarias a partir de fuentes que suponen eliminar la vida de un individuo de la especie humana».

El Comité define su postura moral como «ética cívica», la opción más apropiada, según los expertos, en una sociedad pluralista; una ética «basada en el derecho y en los valores compartidos por distintos grupos sociales». El Comité reconoce una «notable variedad de opiniones» en su seno respecto al «estatuto del embrión humano», desde quienes consideran que «el hecho fundamental es la fecundación del óvulo, puesto que ningún otro acontecimiento marca un antes y un después» hasta quienes ponen el acento «en el proceso constituyente del embrión que transcurre desde el momento de la implantación».

Entre quienes defienden la concepción del embrión humano como «un nuevo individuo de la especie humana, un ser humano en acto, que a lo largo de su vida, en un proceso continuo, irá desarrollando las diferentes estructuras que integrarán el organismo adulto», doña Mónica López Barahona ha sido la única miembro del Comité que ha considera que «el valor de la vida humana no puede compararse con otros valores».

Por esta razón, explica, ha emitido un voto en contra sobre los puntos que contravenían esta postura y que apoyaban la investigación con células embrionarias para la investigación científica.

Como propuesta alternativa López Barahona considera que la única posibilidad de que un embrión mantenido indefinidamente en un congelador no muera es «darle la posibilidad de vivir y formar parte de un proceso parental (motivo por el cual se generó) criotransfiriéndolo al útero de una mujer».

La científica propone que ante la demanda insatisfecha de parejas que llevan años esperando poder adoptar un hijo, los embriones sobrantes se descongelen cronológicamente «con el consentimiento informado de los padres, con el fin primero de transferirlos al útero de las madres adoptivas que deseen gestarlos».

Este proceso de «adopción prenatal» debería ser regulado jurídicamente, de la misma manera que «hoy se regula la adopción de los nacidos».

En el proceso de descongelación podrían darse tres casos; que los embriones ya estén muertos o mueran en el proceso; que los criterios morfológicos y los ritmos de fragmentación presentados tras la descongelación los definieran como «no viables»; o que los embriones descongelados vivan o fueran viables.

En los dos primeros casos podrían ser empleados en la investigación, en el último, su utilización con estos fines significaría «eliminar su vida» que podría «desarrollarse en el entorno favorable del útero femenino».

Al margen de esta propuesta del voto particular, las recomendaciones del Comité reconocen la posibilidad de investigar con células troncales, tanto adultas como embrionarias.

Reconoce que los problemas éticos se generan en el caso de «la investigación con células troncales embrionarias», que se obtienen «a partir de embriones tempranos»; pues ni «la investigación con células troncales adultas» ni la obtención de las células troncales «a partir del cordón umbilical o de fetos abortados» suscita «una problemática ética específica».

A pesar de reconocerle al embrión temprano «un valor» y «especial respeto», afirma «que este valor es ponderable con respecto a otros valores».

A este respecto, dice una de las recomendaciones del Comité, «dado que las células troncales adultas y las embrionarias tienen características específicas» se estima «que no existe competencia entre ambas investigaciones y recomienda que se realice investigación con ambos tipos celulares».

Ante la existencia en España de «miles de embriones humanos sobrantes de procesos de fecundación in vitro», y considerando como efectos negativos tanto «la congelación prolongada como su posible destrucción una vez superado el plazo establecido por la ley», el Comité «recomienda» como una «alternativa a la destrucción de los embriones sobrantes» que «puedan ser empleados para obtener células troncales embrionarias».

El Comité establece como condiciones para ese supuesto «el consentimiento informado de los progenitores» o la «autorización del centro de reproducción asistida responsable»; que la investigación se dirija «a aliviar el sufrimiento humano» y que no responda a «meros intereses económicos»; que sea realizada por «grupos de investigación» experimentados; y que «el protocolo de investigación» sea previamente evaluado y seguido por los comités de ética.

Los miembros del Comité recomiendan «evitar la acumulación de embriones humanos», «reducir al mínimo posible» su generación, y «poner mayor énfasis en su catalogación y control», y «promover la donación de dichos embriones a las parejas que los precisen con fines de reproducción».

La legislación española vigente debería adecuarse para dare el marco adecuado «a la investigación con células troncales procedentes de embriones humanos sobrantes».

Los expertos «no recomiendan la creación específica de embriones humanos con el fin directo de generar células troncales para la investigación».

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ZENIT Staff

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