Francia: Juicio a la Orden del Templo Solar

Dudas sobre los autores materiales de la masacre

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GRENOBLE, 24 abril 2001 (ZENIT.org).- En estos momentos tiene lugar en Grenoble (sureste de Francia) el primer juicio contra la secta de la Orden del Templo Solar. Por el momento sólo hay un acusado: el director de orquesta franco-suizo Michel Tabachnik.

La Orden del Templo Solar es una organización en la que 74 de sus adeptos murieron en supuestos «suicidios colectivos» en Suiza, Francia y Canadá entre 1994 y 1997.

Tabachnik, supuesto «número tres» de la secta apocalíptica, fue acusado el 17 de abril oficialmente por la justicia francesa de «asociación de malhechores con vistas a la preparación de asesinatos». El músico, de 59 años, reconoce haber tenido lazos con la Orden, pero niega categóricamente el papel que le imputa la Justicia en la doctrina y la «dinámica homicida» que desembocarían en los supuestos «suicidios colectivos».

En dos reuniones en Aviñón en 1994, poco antes del primero de los cinco «suicidios colectivos» Tabachnik anunció el fin de la secta y «la irreversible etapa de regreso hacia el padre». Ahora afronta un máximo de diez años de cárcel y una multa de unos 152.450 euros.

El abogado de la familia Vuarnet, Alain Leclerc, planea presentar cuatro «conclusiones de incidentes» con el fin de obtener un aplazamiento de la vista y la reapertura de la instrucción.

El 23 de diciembre de 1995, en Vercors (sureste de Francia), aparecieron en «el Pozo del Infierno» cadáveres calcinados de dieciséis personas, incluidos tres niños de 19 meses, cuatro y seis años, con impactos de bala y colocados en forma de estrella.

Según la primera reconstrucción de los investigadores, dos de ellos fueron los «ejecutores»: el policía francés Jean-Pierre Lardanchet y el arquitecto André Friedli. Tras asesinar a los compañeros sectáreos se suicidaron de un tiro en la boca. Los forenses descubrieron que dos mujeres, madres de niños víctimas, sufrieron graves lesiones antes de su muerte (fractura del cráneo o del rostro).

El abogado de las víctimas habla de «una red mafiosa con ramificaciones en el medio policial», ha insinuado que el móvil era financiero. Entre los fundadores de la Orden había tres secretarios de conocidos políticos franceses. Decenas de millones de francos transitaron en las cuentas de la secta, que además había acumulado un vasto patrimonio inmobiliario y uno de cuyos adeptos era el rico directivo de los relojes Piaget de Ginebra Camille Pillet.

De hecho, el juez instructor Luc Fontaine afirma que la Orden estaba estructurada como «una multinacional», era «un gigantesco negocio comercial» con intereses financieros en Europa, Canadá y Australia.

La pisoterapeuta Rejuta Paulais de Burdeos, quien pudo haber sido la víctima número 17 de Vercors, ha enviado un fax al diario italiano «La Repubblica» para contradecir la tesis actual de la acusación. Según Paulais en Vercors no se dio un asesinato y un suicidio entre los miembros del grupo, sino que fue un auténtico atentado.

Esta tesis podría estar avalada por los testimonios presentados al tribunal. Según estas fuentes, unos coches dejaron el lugar después de la matanza. El supuesto uso de fósforo para quemar los cuerpos prueban, según los defensores de la tesis de un complot, la implicación de asesinos profesionales.

La secta hunde sus orígenes en la Masonería, los templarios y los rosacruces. La doctrina se basaba en la teoría del «tránsito»: al acercarse el Apocalipsis, una «elite» de iniciados debe dejar su «envoltura carnal y transitar hacia (la estrella) Sirio con el fin de preservar «el espíritu de la humanidad»».

El «gurú» era Joseph Di Mambro y el predicador y «número dos», Luc Jouret. Sus cadáveres aparecerían en chalets de Cheiry y Salvan (Suiza), donde 48 personas murieron el 4 de octubre de 1994.

Cuatro días antes en Morin Heights (Canadá) cinco adeptos murieron acuchillados y el 22 de marzo de 1997 tuvo lugar el último «suicidio colectivo» conocido de la Orden: cinco muertos en Saint-Casimir (Canadá).

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ZENIT Staff

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