Galileo no estuvo en la cárcel ni murió en la hoguera

Entrevista con monseñor Melchor Sánchez de Toca, subsecretario del Consejo Pontificio para la Cultura

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ROMA, viernes, 22 de mayo de 2009 (ZENIT.org).- La Organización de las Naciones Unidas declaró el año 2009 como el Año de la Astronomía, debido a la conmemoración del cuarto centenario del nacimiento del telescopio por obra de Galileo. ¿Por qué algunos organismos de la Santa Sede se unen a esta celebración si condenó al famoso astrónomo?

Por este motivo, Galileo Galilei es visto hoy como un «santo laico», como un «mártir de la ciencia» y a la Iglesia como la «gran inquisidora» de este genio de la astronomía.

El caso de Galileo es mencionado también en el libro «Ángeles y Demonios» de Dan Brown cuya película fue estrenada a nivel mundial el pasado 13 de mayo.

ZENIT habla hablado con monseñor Melchor Sánchez de Toca, subsecretario del Consejo Pontificio para la Cultura y coautor del libro «Galileo y el Vaticano», sobre aquellos mitos así como las verdades históricas del juicio que la Iglesia realizó a este controvertido personaje.

–Hablemos un poco de las leyendas negras de Galileo…

–Monseñor Sánchez de Toca: El pasado 9 de mayo estaba dando una conferencia sobre Galileo en Toledo, España, a un auditorio formado principalmente por seminaristas e investigadores católicos y comenzaba diciéndoles que muchos se sorprenden al descubrir que Galileo no fue quemado en la hoguera ni fue torturado, ni estuvo en prisión. Al terminar la conferencia uno de los asistentes me dijo: «yo soy uno de esos, yo siempre pensé que Galileo había muerto en la hoguera».

Lo curioso del caso es que en realidad nadie se lo dijo ni probablemente lo ha leído. Simplemente es lo que él se imaginaba. Eso demuestra la fuerza tan grande que tiene el mito que se ha construido en torno a Galileo. Como decía Juan Pablo II, la verdad histórica de los hechos está muy lejos de la imagen que se ha creado posteriormente en torno a Galileo. Todo el mundo está convencido de que Galileo fue maltratado, condenado, torturado, declarado hereje, pero no es así.

Por poner un ejemplo muy reciente, el libro de Dan Brown «Angeles y Demonios» tiene un pequeño diálogo a propósito de Galileo al que presenta como un miembro de la secta de los Illuminati y contiene una sarta de errores históricos de bulto junto a otras cosas que son correctas.

–¿Podemos hablar de esos errores históricos de «Ángeles y Demonios» con respecto al tema de Galileo?

–Monseñor Sánchez de Toca: En realidad el libro se refiere a estereotipos que están muy difundidos. El problema de fondo de este libro es la mezcla de ideas filosóficas y científicas. La trama viene a decir que el profesor y sacerdote Leonardo Vetra es asesinado por una secta porque ha descubierto el modo de hacer compatible la fe y la ciencia, más aún, dice que la física es el verdadero camino hacia Dios. Estas son ideas que se difunden mucho, porque ha conseguido en el laboratorio crear materia de la nada. Eso es un absurdo filosóficamente hablando. Físicamente es imposible lo que propone, porque de la nada no sale nada. Se puede crear materia a partir del vacío, pero el vacío no es la nada, el vacío es, mientras que la nada no es. Es un principio filosófico elemental.

Esta tesis dice que la física representa un camino mejor y más seguro para llegar a Dios. Luego, respecto Galileo, en concreto, presenta el estereotipo habitual, según el cual, fue condenado por haber demostrado el movimiento de la tierra. No. Galileo no demostró nada. Es la pieza que faltaba en su argumentación.

Galileo decía, y en esto estaban de acuerdo sus jueces, que no puede haber contradicción entre el libro de la Biblia y el libro de la naturaleza, porque uno y otro proceden del mismo autor. El libro de la Biblia, inspirado por Dios y la naturaleza observantísima ejecutora de sus órdenes. Si tienen el mismo autor no puede haber contradicción. Cuando surge una aparente contradicción significa que estamos leyendo mal uno de los dos libros y él dice: es más fácil que seamos nosotros los que nos equivocamos al leer el libro de la Biblia, porque el sentido de las palabras de la Biblia a veces es recóndito y hay que trabajar para sacarlo, que equivocarse al leer el libro de la naturaleza, porque la naturaleza no se equivoca.

Una verdad natural, científicamente demostrada, tiene una fuerza mayor que la interpretación que yo doy del libro de la Biblia. Por lo tanto, dice él, que en presencia de una verdad científica demostrada, tendré que corregir el modo de interpretar la Biblia. La Biblia no se equivoca, pero quienes la interpretan se equivocan. Un criterio clarísimo compartido por sus jueces y por todo el mundo.

El Concilio de Trento, por otra parte, lo que decía es que, en la lectura de la Biblia, había que seguir la interpretación literal de la Biblia y el consenso unánime de los padres de la Iglesia, a menos que hubiese una verdad demostrada que nos permitiese hacer una lectura espiritual o alegórica. El criterio era muy claro: lo que ocurre es que Galileo pensó que estaba a punto de conseguir la demostración del movimiento de la tierra. Una cosa es estar convencido de que la tierra se mueve y otra cosa es demostrar que la tierra se mueve. Galileo nunca demostró que la tierra se movía. Estaba convencido de ello y hoy sabemos que tenía razón, pero sus jueces le decían que no veían por qué tenían que cambiar el modo de interpretar la Biblia, sobre todo cuando el sentido común me dice lo contrario, sin una prueba definitiva. Los jueces de Galileo adoptaron una posición prudencial. Galileo fue más allá. ¿Cuál fue el error de los jueces de Galileo? Deberían haberse abstenido de condenarle.

–¿Cómo fue en realidad el juicio a Galileo?

–Monseñor Sanchez de Toca: Fundamentalmente Galileo fue procesado en 1633 por haber violado una disposición que se le hizo en 1616. La disposición de 1616, que Galileo no cumplió, le prohibía enseñar el copenicanismo, es decir, la doctrina que dice que el sol está en el centro y la tierra se mueve alrededor.

Galileo pensó que la prohibición no era tan rígida, sobre todo después de la elección del Papa Urbano VIII y publicó un libro en el que, bajo la apariencia de un diálogo en el que se exponen los argumentos a favor y en contra, tanto del sistema tolemaico como del copernicano, en realidad se escondía una apología descarada del sistema copernicano. No sólo esto, que era ya una violación de la prohibición que se le había hecho sino que además consiguió fraudulentamente el imprimatur, engañó a quien lo concedió diciendo que era una exposición imparcial, pero no era nada imparcial. Por este motivo fue acusado y por lo tanto, sometido a procesos, es decir, sometido a un proceso disciplinar.

Galileo nunca fue condenado como hereje, ni tampoco el copernicanismo fue declarado como herético. Simplemente fue declarado contrario a la Escritura porque sobre la base de las pruebas que existían entonces era posible demostrar el movimiento de la tierra y, por lo tanto, decir que la tierra se movía parecía ir contra la Escritura. Era muy significativo que en 1616 un grupo de expertos declaró que la doctrina, según la cual, la tierra se mueve alrededor del sol era absurda y eso se entiende perfectamente en el contexto de la época, porque no se podía demostrar y el sentido común decía que el sol se pone y sale.

Sin una física como la de Newton, sin una prueba óptica como el movimiento de la tierra, la cosa parecía absurda.

Nosotros hemos crecido desde pequeñitos viendo modelos e imágenes del sistema solar, pero el hecho es que nadie ha visto la tierra moverse alrededor del sol, ni siquiera un astronauta. Tenemos pruebas ópticas del movimiento de la tierra pero nadie ha visto la tierra moverse. Por eso nos parece que la actitud de los que condenaron a Galileo es exagerada pero en realidad responde a una lógica.

–Y responde no solamente a lo que pensaba la Ig
lesia sino la sociedad en general…

–Monseñor Sánchez de Toca: Naturalmente. El copernicanismo encontró una gran oposición principalmente en las universidades. Tuvo una aceptación muy gradual y la oposición no fue sólo en la Iglesia católica. También las iglesias protestantes se opusieron a Copérnico. Y todavía, en 1670, la universidad de Upsala, en Suecia, condenó a un estudiante porque había defendido las tesis copernicanas.

–¿Cuáles fueron los errores que cometió la Iglesia en su juicio a Galileo? ¿Qué se concluyó en el trabajo hecho por la comisión que creó Juan Pablo II en 1981 para estudiar el caso de Galileo?

–Monseñor Sánchez de Toca: Esto lo expresó muy bien en cardenal Paul Poupard en el discurso al finalizar el trabajo de esta comisión, cuando con estas palabras –que en el discurso parecen subrayadas– destacó su juicio sobre lo que sucedió: «En aquella coyuntura histórico-cultural, la de Galileo, muy alejada de la nuestra, los jueces de Galileo, incapaces de disociar la fe de una cosmología milenaria, creyeron que adoptar la revolución copernicana, que por lo demás no estaba todavía aprobada definitivamente, podía quebrar la tradición católica y que era su deber prohibir la enseñanza».

«Este error subjetivo de juicio, tan claro hoy para nosotros, les condujo a una medida disciplinaria a causa de la cual Galileo debió haber sufrido mucho. Es preciso reconocer estos errores tal como lo habéis pedido Santo Padre».

Los jueces de Galileo se equivocaron no solamente porque hoy sabemos que la tierra se mueve, pero en aquel tiempo no era posible saberlo. Por otra parte la historia de la humanidad ha estado llena de locos que afirmaban cosas sorprendentes y después se revelaron falsas, hoy nadie se acuerda de su nombre. Si Galileo hubiese propuesto una teoría diferente, hoy nadie se acordaría de él. Este fue el primer error objetivo.

Además, el cardenal Poupard habla de un error subjetivo. ¿Cuál fue? Creyeron que debían prohibir una enseñanza científica por temor a sus consecuencias. Pensaron que permitir la enseñanza de una doctrina científica, que no estaba aprobada, podía poner en peligro el edificio de la fe católica y sobretodo la fe de la gente sencilla. Y creyeron que era su deber prohibir esta enseñanza.

Hoy sabemos que prohibir la enseñanza de una doctrina científica es un error. No le toca a la Iglesia decir si está probada científicamente o no. Le corresponde a la ciencia. Galileo lo que pedía es que la Iglesia no condenara el copernicanismo, no tanto por miedo a su propia carrera profesional sino porque después, si se demostraba que la tierra se movía alrededor del sol, la Iglesia se vería en una situación muy difícil y haría el ridículo ante los protestantes y Galileo quería evitar esto, porque era un hombre católico sincero. Y decía además: «Si hoy se condena como herética una doctrina científica como es que la tierra se mueve alrededor del sol. ¿qué sucederá el día que la tierra demuestre que se mueve alrededor del sol? ¿Habrá que declarar heréticos entonces a los que sostienen que la tierra está en el centro?». Eso es lo que estaba en juego, es mucho más complejo de lo que se suele decir.

–¿En qué consistió el castigo a Galileo?

–Monseñor Sánchez de Toca: Dijeron que Galileo había sido hallado vehementemente sospechoso de herejía, pero no lo declararon hereje. Le pidieron abjurar para disipar toda duda. Galileo abjuró. Dijo que él no había defendido ni defendió nunca el copernicanismo. Se condenaba al índice de libros prohibidos su obra «El diálogo», se le imponía una penitencia saludable que consistía en recitar una vez a la semana los siete salmos penitenciales. Su hija se ofreció a hacerlo en lugar de él, y esto fue lo más humillante, se debía enviar una copia de la sentencia y de la abjuración a todas las nunciaturas en Europa. Se le condenó a prisión en arresto domiciliario. Es decir, digamos que la condena objetivamente no fue muy grande. No estuvo en la cárcel ni un solo momento, en atención a su fama, a su edad, y a la consideración que tenía fue tratado siempre con gran veneración.

–¿Quién empezó a difundir la leyenda negra de que Galileo fue quemado en la hoguera?

–Monseñor Sánchez de Toca: Esto es lo bueno, nadie lo ha dicho pero todo el mundo lo cree. Probablemente porque se sobreponen las imágenes de Galileo y de Giordano Bruno. En todo caso el mito de Galileo nace con la Ilustración, que convierte a Galileo en una especie de abanderado del libre pensamiento en contra del oscurantismo de la Iglesia, a un mártir de la ciencia y del progreso.

Galileo en realidad, y esto es lo que sorprende a muchos, no sólo es que no fuese quemado ni torturado sino que además fue católico y fue creyente toda su vida. No hay en él el mínimo rastro de libre pensador. No fue un católico ejemplar, es cierto y hay momentos de su vida poco edificantes, pero en ningún momento reniega de su pertenencia a la Iglesia. Es más, siente el deber de defenderla ante el ridículo que pudiera hacer ante algunos protestantes.

Él lo dice, exagerando como hace siempre él, en una carta a un noble francés: «otros pueden haber hablado más píamente y más doctamente pero ninguno más lleno de celo por el honor y la reputación de la Santa Madre Iglesia de lo que he escrito yo». Es exagerado pero en cualquier caso demuestra que es verdad.

–¿Tuvo dos hijas monjas?

–Monseñor Sánchez de Toca: Tuvo tres hijos, dos de las cuales, mujeres. Cuando se trasladó de Padua a la corte de Toscana, las metió en un convento para lo cual tuvo que pedir dispensa porque eran muy jóvenes. De una de ellas, de sor María Celeste, se conserva la correspondencia entre el padre y la hija, que es verdaderamente admirable. Ella era una mujer extraordinaria, muy inteligente, de una gran agudeza, gran escritora y hay un libro que se basa en el epistolario entre Sor María y el padre.

–Háblenos sobre su libro «Galileo y el Vaticano», cuya edición italiana fue publicada recientemente…

–Monseñor Sánchez de Toca: Esta investigación no trata exactamente sobre el caso Galileo sino sobre el modo en que la comisión que creó Juan Pablo II releyó el caso Galileo, porque si el caso Galileo es un culebrón, como decía don Mariano Artigas, en un sentido casi literal –según el diccionario un culebrón es, además de una telenovela larga y melodramática, una «historia real con caracteres de culebrón televisivo, es decir, insólita, lacrimógena y sumamente larga»–, el término se contagia también a la comisión que instituyó Juan Pablo II entre 1981 y 1992, a la que le han hecho críticas muy fuertes. Dicen que no estuvo a la altura del deseo de Juan Pablo II, que los discursos de clausura del cardenal Poupard y del Papa fueron deficientes y muy flojos, que la Iglesia no hizo realmente lo que debía haber hecho. Con el profesor Artigas, el otro autor del libro, quien murió en el año 2006, lo que hicimos fue estudiar toda la documentación que hay en los archivos. Ver exactamente qué hizo y cómo hizo esta comisión.

Nuestra opinión es que faltaban algunos elementos desde el principio. Faltaron medios, buena voluntad pero a pesar de todo hizo un buen trabajo, permitió la apertura de los archivos del Santo Oficio y demostrar que en realidad no hay documentos escondidos. Se publicaron obras de referencia importantes y yo creo que esto permitió a la Iglesia hacer una especie de examen de conciencia. Releer el caso de Galileo con otra luz. No descubrir cosas nuevas, porque eso es difícil, y hacer que la Iglesia en su conjunto mire serenamente al caso Galileo sin rencor, sin miedo.

–¿Por qué cree que irrita tanto a la opinión pública el tema de Galileo hasta el punto de que los profesores de la Universidad de la Sapienza le hayan negado la entrada al Papa Benedicto XVI el año pasado por haberlo citado en un discurso que pronunció e
n 1990?

–Monseñor Sánchez de Toca: Porque hay quien está interesado en seguir haciendo de Galileo una especie de «santo laico», laico en sentido anti cristiano. Pero, en realidad, fue un hombre de Iglesia, aún con todas sus deficiencias. Recuerdo que un arzobispo de Pisa, que fue astrónomo, quiso colocar hace años en la plaza de los milagros, la más famosa, donde está la torre, una estatua dedicada a Galileo. El ayuntamiento no lo permitió porque quería seguir manteniendo la exclusiva sobre la imagen de Galileo, como si fuera alguien que no pertenece a la Iglesia, sino al mundo llamado laico.

Por eso, cada vez que por parte de la Iglesia alguien cita a Galileo, hay una reacción de «alergia instintiva» en estos ambientes de pseudociencia, que dicen «¿cómo se atreven ustedes a hablar de Galileo, ustedes que quemaron a Galileo?».

–¿Por qué el Consejo Pontificio para la Cultura tiene una imagen de Galileo en su biblioteca?

–Monseñor Sánchez de Toca: Precisamente porque Galileo es un modelo de científico creyente. Investiga el cielo, descubre cosas nuevas y trata de integrar sus nuevos conocimientos dentro de una visión cristiana. Se esfuerza por demostrar que no hay contradicción con la Escritura, con la Biblia. Lo que pasa es que lo hizo con todo el entusiasmo desbordante que irritaba mucho a los otros. Sin ser teólogo se metía en un campo que era reservado exclusivamente a los teólogos. En la contrarreforma, el que un laico, sin tener estudios de teología, se metiera a interpretar la Biblia por su cuenta, aunque fuera en sintonía con la tradición católica, despierta inmediatamente sospechas.

–Usted se refiere a las conductas poco ejemplares de Galileo…

–Monseñor Sánchez de Toca: No es ningún misterio que Galileo no fue ningún santo. Hay algunos que, revindicando el carácter de científico creyente, llegan a pedir incluso su beatificación. Es demasiado… Galileo estuvo conviviendo sin estar casado con Marina Gamba en Padua, de quien tuvo tres hijos. Eso no era especialmente escandaloso, pero tampoco estaba bien visto.

Por otra parte tenía muy mal carácter, como los grandes genios en general. Tenía una lengua terrible. Fue imprudente, se enfrentó a la Compañía de Jesús, a pesar de que los jesuitas le acogieron en Roma y avalaron sus descubrimientos, cuando era un perfecto desconocido. Fue un poco presuntuoso, vanidoso con gran ego. Son defectos, que los puede tener cualquiera, y que no quitan nada a la genialidad de Galileo.

Por Carmen Elena Villa

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ZENIT Staff

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