Juan Pablo II beatifica el domingo a un «profeta de la misericordia»

El padre Zegrí y Moreno, fundador de las Hermanas Mercedarias de la Caridad

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CIUDAD DEL VATICANO, 7 noviembre 2003 (ZENIT.org).- El próximo domingo, Juan Pablo II proclamará beato a un sacerdote español de la archidiócesis de Granada, Juan Nepomuceno Zegrí y Moreno, que vivió para curar los corazones heridos convirtiéndose en vehículo de la misericordia de Dios a pesar de las calumnias.

Juan Nepomuceno Zegrí y Moreno nació en la provincia española de Granada el 11 de octubre de 1831. Muy buen estudiante, destacó sobre todo por su humanidad y dedicación a la oración y a la caridad con los pobres.

Ser sacerdote fue su gran vocación desde su juventud. En 1855 fue ordenado presbítero y destinado en parroquias de la misma provincia.

Desempeñó importantes responsabilidades como examinador sinodal en las diócesis de Granada, Jaén y Orihuela; juez sinodal y secretario en oposiciones a curatos en la diócesis de Málaga; Canónigo de la catedral de Málaga y visitador de religiosas.

También fue formador de seminaristas, predicador de su Majestad la Reina, Isabel II, y capellán real. En el ejercicio de sus cargos, destacó por su humildad.

Impactado por los problemas sociales y por las necesidades de los más desfavorecidos, se sintió llamado a fundar una Congregación religiosa –«para liberar a los seres humanos de sus esclavitudes»– bajo la protección e inspiración de María de la Merced en Málaga, el 16 de marzo de 1878.

La Congregación de las Hermanas de la Caridad de la Beata María Virgen de la Merced (llamadas «Mercedarias») se orientó a practicar todas las obras de misericordia espirituales y corporales en la persona de los pobres.

El padre Zegrí pidió a las religiosas que todo cuanto hicieran fuera en bien de la humanidad, en Dios, por Dios y para Dios. En pocos años, la Congregación se extendió por numerosas diócesis españolas
«Curar todas las llagas, remediar todos los males, calmar todos los pesares, desterrar todas las necesidades, enjugar todas las lágrimas, no dejar, si posible fuera en todo el mundo, un solo ser abandonado, afligido, desamparado, sin educación religiosa y sin recursos», era el sueño del sacerdote y el carisma recibido para su fundación.

También tuvo que sufrir las calumnias y fue apartado de la congregación, primero por autoridades de la Iglesia y después por las propias religiosas. Murió en soledad el 17 de marzo de 1905 en la ciudad de Málaga bajo el signo de a obediencia de la fe.

Vivió de manera heroica la fe, la esperanza y la caridad y otras virtudes que nutren las relaciones humanas, como la humildad, la ternura, la misericordia, la bondad, la paciencia o la generosidad.

También se distinguió por su prudencia, por su fortaleza en el sufrimiento, por su transparencia en la búsqueda de la verdad y por el sentido de la justicia que tuvieron todos sus actos y decisiones.

El padre Zegrí Supo amar a la manera de Dios, sirviendo el Evangelio de la caridad a los más necesitados y reveló que la ternura y la misericordia de Dios se hacen realidad en el corazón de los seres humanos por el misterio de la redención del Hijo y haciendo camino con Él.

La Iglesia reconoció sus virtudes heroicas proclamándolo Venerable el 21 de diciembre del 2001.
Actualmente, las congregación fundada por el padre Zegrí cuenta con unos 1.400 miembros distribuidos en más de 170 comunidades en 14 países.

Más información: www.mercedariasdelacaridad.org.

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ZENIT Staff

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