Juan Pablo II: Mes de mayo, una oración común por la paz en Tierra Santa

Intervención antes de rezar el «Regina Caeli»

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CIUDAD DEL VATICANO, 28 abril 2002 (ZENIT.org).- Publicamos a continuación las palabras que pronunció Juan Palo II a mediodía de este domingo antes de rezar la oración mariana del «Regina Caeli» desde la ventana de su biblioteca ante los miles de peregrinos congregados en la plaza de San Pedro del Vaticano.

* * *

¡Queridos hermanos y hermanas!

1. La liturgia de hoy, quinto domingo del tiempo pascual, nos presenta a Cristo como «camino, verdad y vida» (Cf. Juan 14, 6). Él es el único camino de salvación, la verdad plena que nos hace libres, la vida auténtica que da sentido a nuestras existencias.

Su Rostro resplandeciente de gloria nos revela en plenitud la verdad de Dios y la verdad del hombre. Cada quien puede dirigir la mirada hacia su Rostro en cada momento para encontrar comprensión, serenidad, y perdón. Nos lo recuerda también santa Catalina de Siena, patrona de Italia y de Europa, cuya fiesta celebraremos mañana. A los ancianos de Lucca escribía: «Sabed, hermanos queridos, que todos nosotros estamos en camino, peregrinos, viandantes… Pero consolaos, pues se nos ha dado el guía, es el unigénito Verbo encarnado, Hijo de Dios, que nos enseña la manera en que debemos caminar por este camino tan lúcido que es él mismo» (Carta 168).

2. El miércoles próximo comienza el mes de mayo, consagrado a María. La piedad popular desde hace siglos ha hecho de este mes una estupenda ocasión para multiplicar las iniciativas de piedad mariana. Vivamos intensamente, queridos hermanos y hermanas, estos días dedicados a la Madre celeste del Señor. Recitemos, si es posible cada día, el santo Rosario, ya sea individualmente ya sea en comunidad. El Rosario es una oración sencilla, pero profunda, y sumamente eficaz para implorar gracias a favor de las familias, las comunidades y el mundo entero.

3. Ante la situación internacional, en la que emergen tantas necesidades y problemas y, en particular, ante el drama sin fin de Tierra Santa, tenemos que recurrir con confianza a la materna intercesión dela Virgen. Tenemos que estar seguros de que Ella puede apoyar los esfuerzos de quien busca con sinceridad y compromiso la paz. Nadie mejor que ella, Reina del Cielo, vela constantemente por este fatigoso camino de la humanidad. Que durante el mes de mayo se eleve desde todas las partes del mundo una interrumpida y conjunta oración al Cielo para que finalmente se afirmen iniciativas de distensión y de diálogo en la Tierra de Cristo y en cualquier otro lugar del planeta, marcado por la violencia y el dolor.

[Traducción del original italiano realizada por Zenit]

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ZENIT Staff

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