Kenia y Grandes Lagos, grandes frentes de compromiso de la red de Cáritas en África

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CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 7 febrero 2008 (ZENIT.org).-  Al reto humanitario surgido en Kenia tras los brotes de violencia que han provocado en el último más 900 víctimas mortales y el desplazamiento masivo de 255.000 personas, se suma ahora para la red Cáritas en África un nuevo frente con los efectos del terremoto registrado el domingo 3 de febrero en la frontera entre Ruanda y la República Democrática del Congo, en la región de los Grandes Lagos.

  

Ayuda a 30.000 desplazados en Kenia

En ambas zonas la respuesta de la red Cáritas a favor de las víctimas está siendo muy activa. Cáritas Kenia sigue ejecutando su plan de emergencia para prestar ayuda humanitaria directa a 30.000 desplazados, a los que se está proporcionando comida, albergue temporal, agua potable, medicinas y productos higiénicos, además de asistencia psico-social y sanitaria. Esta operación de ayuda –que cuenta con un presupuesto de 2,6 millones de dólares y al que Cáritas Española ha aportado 100.000 euros– está coordinada en el terreno por un equipo de expertos integrado por cinco miembros de Cáritas Kenia y tres cooperantes de otras tantas Cáritas europeas.

En la última semana, según señalan los responsables de Cáritas Kenia, la situación de seguridad se ha deteriorado, lo que está dificultando muy seriamente la distribución terrestre de los envíos de ayuda humanitaria a las zonas de acogida de los desplazados.

Junto a esta respuesta humanitaria a la crisis, Cáritas y la Conferencia Episcopal Keniata están colabarondo con la pacificación del país en el marco de cuatro grupos de trabajo interreligiosos que se han constituido para trabajar por un final dialogado a esta dramática crisis.

  

Asistencia humanitaria a las víctimas del seísmo en los Grandes Lagos

En Ruanda y la R.D del Congo, las Cáritas locales están prestando también ayuda de emergencia a las comunidades más afectadas por el seísmo, que se concentran, sobre todo, en la diócesis ruandesa de Cyangugu, donde perdieron la vida al menos 55 personas y resultaron seriamente dañados numerosos edificios, templos y estructuras parroquiales. Cáritas Ruanda ha comenzado a evaluar los daños y a identificar las necesidades más urgentes con objeto de poner a punto un plan de reconstrucción para las zonas siniestradas.

El padre Pello Sala, un misionero de los Padres Blancos, ha enviado un testimonio en primera persona del alcance del terremoto. En ese mensaje asegura que «las consecuencias son bastante desastrosas para esta zona que ya sufre bastante de su situación y las víctimas han ocurrido sobre todo en zonas rurales, entre la gente que estaba en misa».

En Congo, relata «la iglesias de Kabare y Mwanda (Katana) están parcialmente destruidas como también un templo de protestantes en Mihri, cerca de Murhesa; hay edificios parcialmente destruidos en Bukavu y muchas casas con fisuras más o menos grandes como el colegio Alfajiri de los jesuitas. El antiguo convento de la Hermanas Blancas en Katana, parte del techo de la capilla y comedor ha caído. Por el momento hablan de 6 muertos en el Congo».

En  Ruanda, Pello Salas asegura que «los muertos son más numerosos en la zona de Cyangugu». «Un sacerdote –añade– esta mañana me hablaba de 33 muertos contados y cientos de heridos, algunos graves, así que los muertos aumentarán. En la parroquia de Nkanka esta mañana han enterrado a 13 personas; muertos en la parroquia de Shangi. Hay casas destruidas y muchos edificios con fisuras como el obispado de Cyangugu y el convento de las Carmelitas; éstas han pasado la noche fuera de su casa, pues como se había anunciado otro seísmo nocturno, se les dijo que era peligroso quedarse dentro».

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ZENIT Staff

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