La Adoración Eucarística perpetua, base de la actividad parroquial

Entrevista a monseñor Michele Placido Giordano

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ROMA, martes, 13 noviembre 2006 (ZENIT.org).- «La primera cosa que cualquier parroquia debería hacer es la Adoración Eucarística perpetua», afirma en esta entrevista concedida a Zenit monseñor Michele Placido Giordano, arcipreste de Mistretta, animador desde siempre de este tipo de oración.

En Mistretta, uno de los centros históricos mejor conservados de Sicilia, casi a mitad de camino entre Messina y Palermo, se encuentra la Iglesia del Santísimo Salvador, una de las 14 iglesias de Italia en las que tiene lugar la Adoración Eucarística perpetua.

El 9 de noviembre pasado, Benedicto XVI propuso precisamente a la Iglesia el redescubrimiento de esta práctica al encontrarse con los participantes en la asamblea plenaria del Comité Pontificio para los Congresos Eucarísticos Internacionales que preparan el Congreso Eucarístico Internacional en Québec Canadá, en junio de 2008.

–¿Por qué en su comunidad, no muy grande pero muy vital, en un cierto momento decidieron iniciar la Adoración perpetua?

–Monseñor Giordano: Porque considero que lo primero que deben hacer las parroquias es enseñar a orar. Y por tanto es una elección de fondo, un pilar que sostiene todo. Hecha esta elección, el camino está marcado, hay que ofrecer a la gente el espacio donde encontrarse a sí misma. Estaba impresionado cuando iba por ahí y veía a cristianos que iban a escuelas de meditación budistas. Entonces, reflexioné sobre el hecho de que nosotros los católicos no hacíamos lo suficiente para enseñar a orar a la gente.

De ahí partí para impulsar la Adoración Eucarística todas las semanas, luego cada mes prolongada hasta medianoche, en ciertas ocasiones todo el día, hasta que llegó, como regalo de María, enseguida después del Jubileo, la decisión de hacer la Adoración perpetua. Comenzamos el 13 de diciembre de 2004, justo en el XVII centenario de Santa Lucía. Desde entonces, se inició la Adoración Eucarística perpetua, noche y día, que ahora va adelante por sí sola.

–Algunos dicen que cuesta trabajo una hora de Adoración de vez en cuando, por tanto ni siquiera se piensa en la posibilidad de la Adoración perpetua.

–Monseñor Giordano: También en Mistretta al comienzo había perplejidad; ahora la convicción de la gente es absoluta, y se ve que es Jesús el que conduce a la comunidad. Hay que tener valor. Lo importante es empezar. Cuando se realizan acciones en nombre y por Jesús, luego es El el que las lleva adelante. Hay que tener fe. Los modos en los que las obras se realizan son los más misteriosos. A veces como arcipreste querría pedir algo más a la comunidad pero no tengo el valor; luego, sucede que quienes van a la Adoración vuelven con recursos más abundantes de lo que habría podido imaginar.

Hubo un momento, por ejemplo, que quería cerrar la televisión «TeleMistretta» porque no era capaz de garantizar el presupuesto. Una parroquiana me dijo entonces que no la cerrara y me confiara al Señor. Desde entonces han pasado 16 años y los medios siempre han llegado.

–¿Cuál es el número mínimo de personas para garantizar la Adoración perpetua y cómo se desarrolla?

Monseñor Giordano: Se necesitan al menos 24 personas al día para garantizar la Adoración perpetua; una cada hora, 168 a la semana. Obviamente pueden ser las mismas personas que rotan. Nosotros la hemos estructurado en cuatro fases horarias de seis horas; para cada hora hay un capitán de hora que es el responsable y que encuentra soluciones cuando por motivos diversos falta alguien.

Durante el día, la iglesita donde se lleva a cabo la Adoración está casi siempre llena; durante la noche, la Adoración asume una atracción especial, es íntima y bellísima. Veo a muchos jóvenes que se retiran a hablar con Jesús. Las iglesias que hacen la adoración eucarística perpetua son 14 en Italia, dos en Sicilia. Es una experiencia que aconsejo a todas las diócesis y a todas las parroquias.

–¿Cuáles son los frutos de esta intensa actividad de oración?

Monseñor Giordano: Muschísimos. Ahora publicaremos un libro con los testimonios de un año de Adoración Eucarística. Son muchísimas las gracias. Una chica había decidido abortar, rezamos y la convencimos de que no lo hiciera. Luego, su voluntad se tambaleaba, volvimos a la iglesia a rezar y al final este niño ha nacido: se llama Carlo y ahora está sostenido junto a la mamá por el «Proyecto Gemma».

Al principio de la Adoración, monseñor Ignazio Zambito, el obispo de Patti, nos pidió rezar por las vocaciones. Rezamos mucho y el seminario de la diócesis de Patti que tenía seis seminaristas, este año tiene otros nueve candidatos al sacerdocio.

–Muchos afirman que no hay tiempo para hacer Adoración, que en la parroquia hay muchas cosas que hacer…

Monseñor Giordano: No es que al hacer Adoración descuidemos las otras actividades. Nosotros hacemos más. La Adoración hace germinar muchas y más provechosas actividades. En nuestra diócesis por ejemplo, junto a la Adoración se está lanzando de nuevo el centro juvenil y ahora estamos a punto de relanzar la Radio diocesana.

Todo esto se beneficia mucho de la Adoración. La Adoración es la raíz de una planta que cuantas más oraciones tiene, más crece y se desarrolla. Nosotros debemos permitir a la raíz expandirse. Además, para los compromisos eclesiales más importantes, los de defensa de la vida y de la familia, la oración nos permite encontrar fuerza e inspiración.

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ZENIT Staff

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