La belleza del cristianismo; según Benedicto XVI

«Con los pies en la tierra y con los ojos en el cielo», responde

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CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 25 julio 2007 (ZENIT.org).- El secreto de la belleza del cristianismo está en apreciar también las cosas humanas, incluido el juego, porque vivimos «con los pies en la tierra y con los ojos en el cielo», explica Benedicto XVI.

«Yo estaría en contra de la alternativa entre jugar al fútbol o estudiar Sagrada Escritura o Derecho Canónico. Hagamos las dos cosas», dijo este martes en un encuentro con 400 sacerdotes, cerca de Lorenzago de Cadore, donde pasa las vacaciones.

Uno de los presbíteros recordó con el Santo Padre la rigidez de sus superiores en tiempos del seminario, quienes le reprendían porque «a mí me gustaba más jugar al fútbol que hacer la adoración eucarística».

«Pero, ¿acercar el hombre a Dios y Dios al hombre no pasa sobre todo a través de lo que llamamos “humanidad”, que es irrenunciable, incluso para nosotros, los sacerdotes?», preguntó el presbítero al pontífice.

«No podemos vivir siempre en la alta meditación, quizá un santo en el último escalón de su camino terrestre puede llegar a este punto, pero normalmente vivimos con los pies en la tierra y los ojos en el cielo», explicó el obispo de Roma.

«El Señor nos ha dado ambas cosas y, por tanto, amar las cosas humanas, amar la belleza de su tierra, no es sólo muy humano, sino también muy cristiano y precisamente católico».

«Una buena pastoral, realmente católica, tiene en cuenta este aspecto»: «vivir la humanidad y el humanismo del hombre, todos los dones que el Señor nos ha dado y que hemos desarrollado, y al mismo tiempo, no olvidar a Dios, pues al final la luz viene de Dios, y sólo de Él procede la luz que da alegría a todos estos aspectos».

«Por tanto, quisiera comprometerme simplemente en la gran síntesis católica»: «ser verdaderamente hombre».

Es decir, aclaró, cada quien, «según sus dones y según su carisma», debe «amar la tierra y la belleza que el Señor nos ha dado, y dar gracias porque en la tierra resplandece la luz de Dios, que da el esplendor y la belleza a todo lo demás».

«Vivamos en este sentido con gozo la catolicidad. Esta sería mi respuesta», reconoció el Papa suscitando el único aplauso del encuentro.

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ZENIT Staff

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