La Iglesia, «solidaria con los enfermos de sida»

El cardenal Carles a la Conferencia Internacional de Barcelona

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BARCELONA, 8 julio 2002 (ZENIT.org).- El arzobispo de Barcelona ha enviado una carta a la XIV Conferencia Internacional sobre el Sida, que se celebra del 7 al 12 de julio en esa ciudad, para confirmar el amor que la Iglesia siente por los contagiados por el virus VIH.

«A pesar de la complejidad de la medicina, de la misma naturaleza o de las leyes, Dios les dice a todos y a cada uno de esos enfermos: «Te amo, confía en mí» –afirma en la misiva el cardenal Ricard María Carles–. También la Iglesia ama y es solidaria con los enfermos de sida».

El purpurado apoya esta afirmación recordando que una de cada cuatro personas enfermas de sida es asistida por instituciones de la Iglesia católica y que en el tercer mundo esta proporción es mayor.
El arzobispo de Barcelona pasa a continuación a afrontar la cuestión de la prevención del sida, que debe respetar la dignidad humana y ser verdaderamente eficaz.

En este sentido, afirma, «en cuanto el sida se transmite por vía sexual, la mejor prevención, y al mismo tiempo la más eficaz, es la formación en los auténticos valores de la vida, del amor y de la sexualidad».

El cardenal denuncia, después, que en la investigación clínica y farmacéutica se evidencia un contraste entre los países avanzados y los del tercer mundo: a mayor nivel económico, mejor calidad de asistencia.

«Cuántas personas, por falta de solidaridad en el reparto de los recursos médicos y farmacológicos, están abocadas a una falta de calidad de vida y a una muerte inminente», afirma el cardenal.
«La pasividad de dejar morir clama a la conciencia ciudadana –añade–. Estos enfermos, cuando se hallan en fase terminal, han de ser siempre objeto de cuidados paliativos, una forma privilegiada de solidaridad humana y cristiana».

Por último, el cardenal Carles afronta el papel que debe desempeñar el Estado en la prevención y lucha contra el sida.

«Éste debe ser respetuoso con la vida privada de los ciudadanos –afirma–. Pero hay que tener en cuenta que la sexualidad humana tiene unas dimensiones que no se reducen a lo meramente privado».

«En efecto, del ejercicio de la capacidad sexual surgen instituciones como el matrimonio y la paternidad y la maternidad. Y cuando ese ejercicio atenta a la moral común (pornografía o escándalo público), cuando atenta contra los derechos de los menores de edad o cuando el uso del sexo implica la creación de un riesgo para otras personas y a la postre para la salud pública la intervención de las autoridades públicas es legítima», asegura.

Bernhard Schwartlaender, director del departamento de VIH/SIDA de la Organización Mundial de la Salud (OMS), ha declarado que más del 20% de los adultos en los siete países subsaharianos padece el virus que causa el sida. En Botswana, Lesoto, Suazilandia y Zimbabue la media es de uno de cada tres.

El científico ha advertido de que la pérdida de trabajadores por el sida podría perjudicar el crecimiento y socavar sectores clave de la sociedad en los países más afectados por la enfermedad.
«Para el 2020, más del 25% de la fuerza laboral en algunos países podría perderse debido al sida», afirmó.

La agencia sobre el sida de Naciones Unidas observó la pasada semana que la epidemia del sida está aún en sus comienzos y que podría matar a 70 millones de personas en los próximos 20 años debido a la profunda expansión de la enfermedad en Asia y en Europa del Este.

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ZENIT Staff

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