La inmigración exige colaboración entre los países afectados, afirma Benedicto XVI

Afirma al recibir las credenciales del nuevo embajador de Marruecos

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CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 20 febrero 2006 (ZENIT.org).- El nuevo fenómeno de la inmigración, particularmente entre África y Europa, necesita ser afrontado con mayor colaboración por parte de todos los países implicados, asegura Benedicto XVI.

Así lo constató este lunes al recibir las cartas credenciales del nuevo embajador de Marruecos ante la Santa Sede, Ali Achour, nacido en 1949, diplomático de carrera.

En el discurso que le dirigió en francés, el pontífice definió el mar Mediterráneo «como un lugar de encuentro y de diálogo entre pueblos y culturas».

Y «entre los graves problemas que tienen que afrontar los países» de sus costas, el obispo de Roma mencionó «el fenómeno migratorio», «argumento sensible en las relaciones entre los Estados».

Marruecos es una de las principales puertas de entrada de los inmigrantes africanos a Europa a través de España, cruzando las aguas del estrecho de Gibraltar.

Muchos de ellos atraviesan el estrecho en barcas de fortuna (conocidas como pateras) para poder entrar ilegalmente en territorio europeo. En el intento, todos los años, decenas de personas pierden la vida.

«Cada vez hay más inmigrantes provenientes de regiones menos favorecidas en búsqueda de mejores condiciones de vida que tocan a las puertas de Europa, poniendo en la ilegalidad a un número creciente de ellos, y creando en ocasiones situaciones que ponen gravemente en peligro la dignidad y la seguridad de las personas».

Por este motivo, el Santo Padre pidió que «las instituciones del país de acogida o de tránsito velen para que [los inmigrantes] no sean considerados como una mercancía o una simple fuerza de trabajo, y para que se respeten sus derechos fundamentales y su dignidad humana».

Por otra parte, recomendó, «la situación precaria de muchos extranjeros debería favorecer la solidaridad entre las naciones afectadas para contribuir al desarrollo de los países de origen de migrantes».

De hecho, aseguró, «estos problemas no pueden resolverse con políticas únicamente nacionales».

«Una colaboración cada vez más intensa entre los países afectados permitirá avanzar eficazmente en la búsqueda de soluciones para estas situaciones dolorosas», concluyó Benedicto XVI al afrontar este argumento con el embajador.

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ZENIT Staff

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