La lucha contra el hambre exige hacer del necesitado el protagonista

Intervención del cardenal Martino ante la FAO

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ROMA, viernes, 10 noviembre 2006 (ZENIT.org).- Para combatir la pobreza, «fenómeno social multidimensional», es necesario que la acción internacional considere como «protagonista» a la persona a quien van dirigidas las ayudas.

Al intervenir el 4 de noviembre en el «Evento especial» organizado por el Fondo de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), sobre la aplicación del derecho a la alimentación, el cardenal Renato R. Martino, presidente del Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz, centró su discurso en «el factor humano».

«La pobreza es un fenómeno social multidimensional», comenzó constatando el purpurado italiano, aclarando que «las definiciones de la pobreza y de sus causas varías según el sexo, la edad, la cultura, y otros contextos sociales y económicos».

«Por ejemplo –ilustró–, tanto en las áreas rurales como en las urbanas del mundo, los hombres asocian la pobreza con la falta de recursos materiales, mientras para las mujeres la pobreza es definida como inseguridad alimentaria».

«Si bien la pobreza es de carácter material, tiene efectos psicológicos, como la angustia de no poder dar de comer a los propios hijos, o la inseguridad de no saber cuándo llegará la próxima comida».

Citando el reciente mensaje de Benedicto XVI con motivo de la Jornada Mundial de la Alimentación, el cardenal Martino destacó que «con frecuencia la acción internacional para combatir el hambre ignora el factor humano, y en cambio se da prioridad a los aspectos técnicos y socioeconómicos».

«Es necesario implicar a las comunidades locales en las opciones y decisiones que atañen al uso de la tierra –sugirió en nombre del Papa–, pues las tierras de cultivo se están orientando cada vez más hacia otros objetivos, provocando a menudo efectos dañinos en el ambiente y en la viabilidad de la tierra a largo plazo».

«Si la persona humana es considerada como protagonista, resulta claro que las ganancias a corto plazo deben situarse dentro del contexto de la planificación a largo plazo para la seguridad alimentaria, teniendo en cuenta tanto la cantidad como la calidad».

El purpurado afirmó al mismo tiempo que «el derecho a tener lo suficiente para comer es un derecho fundamental e inalienable para toda persona humana y para su familia».

En este contexto, la Santa Sede pidió «esfuerzos concretos para promover una auténtica reforma agraria».

«En algunos países, por ejemplo, el 1 por ciento de la población controla el 50 por ciento de la tierra. Una distribución más justa de la tierra, con el consiguiente aumento de la participación en la producción de la comida, especialmente entre los pobres, es un importante componente de cualquier solución».

«En este sentido –aseguró–, el derecho de las mujeres a tener acceso a la tierra debe ser reafirmado con fuerza».

El cardenal afirmó que hay que admitir, como había denunciado Juan Pablo II, que existen «estructuras de hambre» «que sólo pueden superarse con una actitud de solidaridad, afrontando cada uno de los aspectos del desarrollo».

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ZENIT Staff

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