La mayoría de los mexicanos aprueba el beso de Fox al anillo papal

Había causado polémica entre sectores políticos

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CIUDAD DE MÉXICO, 1 agosto 2002 (ZENIT.org).- La mayoría de los mexicanos ha aprobado el beso en el anillo papal que el presidente de México Vicente Fox dio al recibir a Juan Pablo II este martes en la noche, según revelaron este jueves dos encuestas.

Según un sondeo del periódico «El Universal», a un 63 por ciento de los encuestados le agradó que Fox hubiera actuado así a la llegada del pontífice. Un 13 por ciento dijo que le molestó la actuación de Fox, un 14 por ciento que ni le agradó ni le disgustó y un 10 por ciento no supo o no contestó. El sondeo a nivel nacional no detalla el margen de error.

Una encuesta del diario «Reforma» muestra que un 60 por ciento de la población aprobó el beso gesto del presidente. Un 23 por ciento de los encuestados desaprobó el gesto de Fox, mientras que un 17 por ciento no supo qué responder. El sondeo se realizó telefónicamente a nivel nacional, con un margen de error de más menos 4,6 por ciento.

El gesto de cariño de Vicente Fox fue criticado por periódicos mexicanos y por algunos exponentes políticos mexicanos por considerar que un político no debe realizar gestos públicos de fe.

Este límite a la expresión de la libertad religiosa, derecho fundamental de todo hombre reconocido por la Carta de Derechos del Hombre, tiene profundas raíces en México.

En 1859, el presidente Benito Juárez proclamó las leyes de la Reforma, que confiscaron todas las propiedades de la Iglesia en el país.

Tras la Constitución y leyes promulgadas entre los años diez y veinte del siglo pasado, los sacerdotes estuvieron despojados de buena parte de los derechos civiles. El reconocimiento de la personalidad jurídica de la Iglesia sólo se alcanzó en 1992, durante la presidencia de Carlos Salinas de Gortari.

En sus visitas anteriores –en 1979, 1990, 1993 y 1999– el Papa fue recibido oficialmente por el presidente de turno del Partido Revolucionario Institucional (PRI), con un protocolo similar al que se dispensa a los jefes de Estado.

Fox, de 60 años, primer presidente que no proviene de ese partido, se declara abiertamente católico y ha realizado gestos de fe, rompiendo tabúes que duran desde hace siglo y medio en México.

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ZENIT Staff

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