Luces y sombras del diálogo ecuménico, según el cardenal Kasper

Plenaria del Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos

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CIUDAD DEL VATICANO, 4 noviembre 2003 (ZENIT.org).- La división dentro de las Iglesias y comunidades cristianas es uno de los problemas fundamentales para el diálogo ecuménico, según explicó el cardenal Walter Kasper en la inauguración de la asamblea plenaria del Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos.

Al inaugurar este lunes la reunión que tiene lugar esta semana en Roma, el presidente del organismo vaticano, reconoció que «las tensiones entre las iglesias ortodoxas autocéfalas, o las que se dan en la Comunión anglicana, en las comunidades de la tradición de la Reforma, así como en la Iglesia católica, dañan al diálogo».

«La ausencia de un consenso interno obstaculiza y en ocasiones impide el consenso para alcanzar el consenso externo», aseguró.

La desunión interna, reconoció, «lleva a una parálisis del ecumenismo e incluso a su impotencia».

Haciendo un balance general de la situación ecuménica, informó a los presentes que «por una parte se están superando antiguas confrontaciones, o al menos nos estamos acercando; por otra surgen nuevas divergencias».

Estas últimas, reconoció en su intervención, de la que ha informado «Radio Vaticano», surgen sobre todo «en materia ética, como el aborto, el divorcio, la eutanasia y la homosexualidad».

«Pero también, problemas étnicos, sociales, políticos, causan con frecuencia divisiones», sigue diciendo.

Antes de acudir a la asamblea plenaria, en la que participan cardenales, patriarcas, obispos, teólogos y teólogas, el cardenal alemán reconoció que en el diálogo ecuménico no sólo se experimentan las dificultades, sino también «una gran alegría».

«Se experimenta que el Espíritu Santo actúa incluso fuera de la Iglesia católica –explicó en una entrevista a «Radio Vaticano»–. Uno se encuentra con muchos cristianos serios que rezan, que tienen el deseo de la unidad, y se ve que son hombres espirituales».

«Produce una gran alegría el constatar la obra del Espíritu Santo afuera y esto da esperanza», concluyó.

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ZENIT Staff

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