MÉXICO, jueves, 6 mayo 2004 (ZENIT.org).- Después de diez años, once meses y dieciocho días este jueves se dictaron las primeras sentencias sobre el asesinato del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, arzobispo de Guadalajara.
Trece de las 15 personas que han sido procesadas por el crimen del cardenal Posadas, su chofer y 5 personas que acudían ese día al aeropuerto, debían ser condenadas este jueves a la pena máxima de 40 años de prisión que contempla el código estatal por el juez Cuarto de lo Penal del Estado de Jalisco, estado del cual es capital Guadalajara.
El prelado, fue asesinado el 24 de mayo de 1993 junto con otras seis personas en el aeropuerto internacional de esta ciudad del occidente de México.
Según las autoridades que gobernaban el país en aquel entonces, el purpurado falleció en un intercambio de fuego motivado por un enfrentamiento entre dos bandas rivales de narcotraficantes.
La Iglesia católica mexicana, en reiteradas ocasiones, ha pedido una aclaración y ahora la Cámara de Diputados federal ha abierto un nuevo grupo interdisciplinario que revisará las actas y las pesquisas.
Los obispos mexicanos han afirmado que el cardenal Posadas seguramente no fue confundido, sino que había una intención expresa de asesinarlo, quizá porque poseía información sobre actividades del narcotráfico que hacían peligrar negocios de prominentes personajes de la política local y nacional.
Quien más ha propiciado nuevas líneas de investigación y ha sufrido persecución encubierta y directa, ha sido el actual cardenal de Guadalajara, monseñor Juan Sandoval Íñiguez.
El cardenal Sandoval Íñiguez, por su parte, si bien ha visto con buenos ojos la reapertura de la comisión encargada de volver sobre el expediente Posadas, se ha mostrado escéptico de la acción del Estado mexicano, argumentando que ha hecho muy poco o casi nada para esclarecer este asesinato que el mismo prelado no ha dudado nunca en calificar como un crimen político dirigido desde las altas esferas del poder en México.
