Al menos 19 personas murieron y otras 18 resultaron heridas al estallar este sábado una bomba adosada a una niña de unos 10 años en el «Monday Market», un mercado muy concurrido de la ciudad de Maiduguri, capital del estado nigeriano de Borno, en el nordeste del país, que ya fue blanco de dos ataques mortíferos a finales de 2014. Ya el domingo, otras cinco personas fallecieron en un mercado de Potiskum, en el norte de Nigeria, después de que detonaran los chalecos explosivos colocados a otras dos menores por los terroristas.
Desde el pasado mes de junio, Boko Haram está haciendo uso de niñas –secuestró a más de 200 en una escuela en abril– y mujeres en sus atentados. Un informe de la organización Human Rights Watch (HRW) denuncia que las mujeres y niñas secuestradas por el grupo islamista son obligadas a casarse, convertirse al islam, soportar maltrato físico y psicológico, trabajos forzados, así como agresiones sexuales durante su cautiverio. En este sentido, la negativa a una conversión al islam implicaría, entre otros castigos, la participación forzosa en operaciones militares.
Recientemente, Zahra’u Babangida, un niña de 14 años, ofrecía un dramático relato sobre esta forma de proceder de los fundamentalistas. «Me dijeron: ‘irás al cielo si lo haces’. Y yo les dije: ‘no, no puedo hacerlo’. Entonces me aseguraron que me fusilarían o me encerrarían», reconocía en una rueda de prensa organizada por la Policía.
La joven fue capturada el pasado 10 de diciembre en la localidad de Kano, tras un atentado de dos terroristas, presuntas compañeras suyas, que dejó al menos una decena de muertos. En el último segundo, la menor rehusó hacer uso de sus explosivos, aunque resultó herida en la detonación de una de las mujeres. La niña confesó que sus padres la habían ofrecido como voluntaria para participar en un ataque suicida.
Estos últimos atentados culminan la que, según diferentes organizaciones humanitarias, es la ofensiva más sangrienta en la historia del grupo islamista. La milicia liderada por Abubaker Shekau lanzó el pasado fin de semana un ataque contra la población de Baga, en el Estado de Borno, a orillas del lago Chad, donde tomó el control de una importante base militar, clave para proteger la estabilidad de la zona.
Boko Haram, que ansía la instauración en el noreste del país de una suerte de califato islámico donde rija la sharía, extendió su arremetida contra otros localidades alrededor de Baga. Pese a que las fuerzas de seguridad no han sido capaces de cerrar un balance final de víctimas, los muertos podrían rondar los dos mil en una semana.
El arzobispo de Jos y presidente de la Conferencia Episcopal de Nigeria, monseñor Ignatius Kaigama, ha pedido a la comunidad internacional que ejerza la misma concertada determinación contra el grupo extremista nigeriano que la que se vio contra los militantes islamistas en Francia.
La crisis en el noreste de Nigeria se está extendiendo cada vez más a los países vecinos, con amenazas como las de un vídeo atribuido al líder de Boko Haram contra el presidente de Camerún, Paul Biya.
En los últimos meses, los militares cameruneses han rechazado ya varias ofensivas lanzadas en la frontera entre Nigeria y Camerún. La citada conquista de la base de la Fuerza Multinacional de Acción Conjunta (formada por soldados de Nigeria, Chad, Níger y Camerún) en Baga, en la orilla nigeriana del lago Chad, otorga a Boko Haram una ubicación estratégica desde la cual efectuar ataques contra Maiduguri, pero también contra Níger, Chad y Camerún. Ni la llamada task force Multinacional ni el Ejército nigeriano son capaces por ahora de hacer frente a la milicia radical.