Obispo castrense alemán: Todo ejército debe estar al servicio de la paz

Habla monseñor Walter Mixa

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AUGSBURGO, viernes, 2 marzo 2007 (ZENIT.org).- Las religiones pueden contribuir a la globalización de la paz y a una tranquila convivencia social, sostiene monseñor Walter Mixa, obispo de Ausburgo y ordinario militar de la República Federal Alemana.

En declaraciones a Zenit, el prelado alemán que es ordinario militar desde 2000, afirma que reputa importante el lograr hacer cada vez más claro a los soldados que asiste espiritualmente que «su servicio es un servicio a la paz».

Ante el cambiado escenario internacional, caracterizado por una globalización de los conflictos, el obispo afirma que «el papel de las fuerzas de paz está orientado sobre todo a la tarea de los soldados de contribuir en medida relevante a llevar estabilidad a las regiones en crisis, y poner buenas bases para la edificación de estructuras estatales».

Monseñor Mixa ha querido comentar el mensaje de Benedicto XVI para la Jornada Mundial de la Paz, que se celebró el 1 de enero de este año sobre el tema «La persona humana, corazón de la paz».

En este sentido, explica que «cada ser humano está dotado de su dignidad propia, independientemente de sus orígenes o de su color de piel, que sea creyente o no forme parte de ninguna confesión»; y que «la defensa de la dignidad de la persona humana se obtiene a través de la garantía de los derechos humanos».

«Por esta razón –añade- el ordenamiento que regula las relaciones del Estado y la Iglesia en Alemania está formulado en el respeto de los intereses recíprocos, de modo que las y los soldados de las fuerzas armadas alemanas pueden ver reconocido su derecho a recibir asistencia espiritual y a practicar la propia fe religiosa».

El prelado habla de la aportación a la paz y a la convivencia social dada por las religiones y afirma en concreto que «los cristianos y los musulmanes, a partir de su credo particular, están llamados a contraponerse al difundido olvido de Dios y al ateismo agresivo presente en muchas sociedades occidentales, que quiere desterrar cualquier forma de religión de la vida pública».

Explicando en qué modo la tradición cristiana puede promover un nuevo humanismo dentro de la comunidad, el obispo Mixa habla de la falta de referencia a Dios en el borrador del Tratado constitucional europeo, y ha declarado que «una Constitución europea, que lo ignorara, estaría vacía y sin ningún fundamento ético en las raíces cristianas de Europa».

«En la futura Constitución europea deben reflejarse también –y lo mantengo con fuerza- las intenciones fundamentales del humanismo cristiano» y la referencia a la «tradición cristiana», «para que los fundamentos éticos principales, como por ejemplo desde la defensa de los no nacidos hasta los debates en torno a la eutanasia, no permanezcan sin ser oídos en nuestra sociedad», concluye.

Las funciones de los ordinarios militares fueron reglamentadas por Juan Pablo II con la constitución apostólica «Spirituali Militum Curae», publicada el 21 de abril de 1986. En su primer artículo se afirma que son circunscripciones eclesiásticas peculiares, jurídicamente asimiladas a la diócesis y regidas por estatuto propio.

El ordinariato militar está guiado por un obispo, que tiene jurisdicción sobre todos los militares de religión católica, los parientes que conviven con ellos y su personal de servicio.

Esta especial institución ha sido creada en consideración de que los militares y quienes habitan con ellos llevan una vida en cierto modo segregada, en la que el normal recurso a los sacramentos y a la vida eclesial sería difícil de otra manera.

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ZENIT Staff

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