Persiste el «castigo» a los católicos, expulsados durante la guerra en la ex Yugoslavia

Denuncia el obispo de Banja Luka

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KÖNIGSTEIN, martes, 26 septiembre 2006 (ZENIT.org).- Más de una década ha pasado del final de la guerra en la antigua Yugoslavia, pero «sigue sin haber voluntad política para hacer justicia», advierte monseñor Franjo Komarica, obispo de Banja Luka.

En su reciente visita a la sede internacional de «Ayuda a la Iglesia Necesitada», el prelado ejemplificó: «Entre 70.000 y 80.000 católicos, es decir, aproximadamente dos tercios de nuestros creyentes, fueron expulsados de la diócesis de Banja Luka, pero hasta el momento sólo ha podido regresar un 3% de ellos».

«Apenas se han restituido los bienes confiscados» de los católicos expulsados, lamentó el obispo Komarica, añadiendo: «Es una injusticia que clama al cielo», según cita un comunicado de la obra de Derecho Pontificio enviado el lunes a Zenit.

«No pertenecemos a ningún lugar, no tenemos a nadie que hable en nuestro nombre, y hasta el día de hoy los católicos son castigados por su comportamiento pacífico durante la guerra», denunció monseñor Komarica.

Igualmente, de acuerdo con AIN, expresó su desilusión por la actitud de la comunidad internacional en relación con la situación de los católicos en Bosnia y Herzegovina.

«Durante la guerra fue destruido el 95% de las iglesias y edificios eclesiales de mi diócesis -recordó-, y ahora, presuntamente, no hay dinero para reconstruirlos».

El pasado 24 de febrero Benedicto XVI acogió en el Vaticano a los obispos de Bosnia y Herzegovina con motivo de su quinquenal visita «ad limina apostolorum».

Entre los «apremiantes problemas» que afrontan los obispos, el Papa mencionó la «situación de los exiliados» y abogó por su regreso gracias a «oportunos acuerdos que aseguren el respeto de los derechos de todos».

La visita de los prelados al Santo Padre tuvo lugar a los diez años de los acuerdos de Dayton, que sancionaron la integridad y la soberanía de esta República y acabaron con el conflicto armado en la antigua Yugoslavia.

La Iglesia católica pagó un precio altísimo durante la guerra, recordó hace siete meses la emisora pontificia. Tan sólo en Sarajevo los católicos pasaron de 500.000 a 125.000.

En todo el territorio de la actual Bosnia y Herzegovina nueve sacerdotes y una religiosa fueron asesinados, 99 iglesias fueron destruidas y 127 dañadas, sin contar otras decenas de ataques a monasterios y centros eclesiales. Se calcula que unos 450.000 católicos fueron obligados a abandonar sus casas.

«Dayton interrumpió la guerra, pero no trajo la paz», afirmaron el pasado 22 de febrero los prelados en la Sala de Prensa Exterior de Roma.

Casi 4,5 millones de habitantes tiene Bosnia y Herzegovina: en un 40% musulmanes, en un 31% ortodoxos y en un 15% católicos; un 14% practican otros credos.

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ZENIT Staff

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