CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 2 junio 2008 (ZENIT.org).- Hay que apoyar cada paso contra la producción, el comercio y el uso de las armas, explica el portavoz vaticano.
El padre Federico Lombardi sj, director de la Sala de Prensa de la Santa Sede, ha realizado un análisis ético después de que el 30 de mayo representantes de 111 países adoptaran una convención internacional para la prohibición de las bombas de racimo.
En el último editorial de «Octava Dies», semanario del Centro Televisivo Vaticano, el sacerdote explica que «sería necesario que las armas no existieran, aunque sabemos que las armas defensivas serán de algún modo siempre necesarias en este mundo».
El Papa había lanzado un llamamiento para el éxito de la Conferencia Internacional para la prohibición de las municiones de racimo, celebrada en Dublín, y el arzobispo Silvano Maria Tomasi, observador permanente de la Santa Sede ante la Oficina de la ONU de Ginebra, afirmó tras la cumbre que los resultados obtenidos son un «paso enorme».
«Quien produce estas municiones y las exporta teme el daño económico que tendrá su prohibición –recuerda el padre Lombardi–. Pero ¿no es mucho mayor el daño que se deriva para los países golpeados por ellas y para las víctimas?», se pregunta.
«La retirada de minas y la descontaminación, y sobre todo el dolor y el daño sufrido por las víctimas, sus familias y comunidades, ¿cómo puede ser comparado con la falta de una ganancia económica, obtenida fabricando instrumentos por naturaleza ofensivos y directamente dirigidos a causar el mayor daño a las personas, en su mayoría civiles inocentes?», añade el portavoz vaticano.
«No se puede amar con las armas ofensivas en las manos –declara el padre Lombardi, citando a Pablo VI–. Los armamentos destruyen la confianza recíproca, exigen dispendios enormes impidiendo proyectos de paz y de solidaridad».
«Una vida internacional en paz puede fundarse sólo en el derecho y no en la fuerza –añade–. Hay que apoyar cada paso contra la producción, el comercio y el uso de las armas. También la lucha contra las minas antipersonales, también la lucha contra las municiones de racimo».
Traducido del italiano por Nieves San Martín
