Propuestas de la Iglesia para superar problemas de África

Expuestos por el cardenal Martino en el Simposio de obispos africanos y europeos

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ROMA, lunes, 15 noviembre 2004 (ZENIT.org).- La Iglesia tiene propuestas para tratar de superar los problemas que impiden a los africanos ser protagonistas de su propio futuro, asegura el cardenal Renato R. Martino, presidente del Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz.
<br> El purpurado italiano intervino el 12 de noviembre en el primer simposio internacional de obispos africanos y europeos que reunió a cincuenta prelados en Roma durante la semana pasada.

El cardenal comenzó haciendo un balance de los conflictos que actualmente flagelan el continente africano, recordando que en Sudán, Grandes Lagos (Ruanda, Burundi, República Democrática del Congo), Costa de Marfil, Liberia. Sierra Leona, Nigeria, Angola, Congo-Brazzaville, República Centro Africana, Camerún, hay todavía conflictos abiertos.

Las mayores víctimas son civiles: 800.000 en Ruanda, en el genocidio de 1994; tres millones en la República Democrática del Congo; por no hablar de miles de hombres, mujeres y niños muertos en los demás países, principalmente en Liberia y Sudán.

Los conflictos son la causa principal de los 16 millones de desplazados en África y de los seis millones de refugiados. Son veinte los países del mundo de los que provienen la mayor parte de los refugiados, de los que nueve son africanos.

Tras subrayar la obra de reconciliación que promueve la Iglesia católica, Martino afrontó otro de los flagelos del continente: las enfermedades pandémicas.

«La Santa Sede ha expresado la disponibilidad de la Iglesia Católica a proporcionar –teniendo en cuenta la claridad de objetivos y métodos y con plena garantía de las instancias de fondo de la moral católica–, su colaboración al Fondo Global puesto en marcha por los países más industrializados (G7/8) para combatir las enfermedades pandémicas», afirmó.

«Con esta colaboración, la Iglesia Católica en el continente –con sus numerosos hospitales, clínicas, centros sanitarios y dispensarios, que cubren también las zonas rurales–, podrá afrontar de manera más eficaz los muchos problemas sanitarios conectados a la prevención, el acceso a los fármacos, el cuidado de los enfermos y la acogida de los huérfanos», dijo.

Respecto al subdesarrollo, el purpurado reveló que «el mayor índice de pobreza se da en África, donde el 47% de la población, 300 millones de personas, vive en condiciones de absoluta pobreza».

En este sentido, indicó la necesidad de desarrollar nuevas fuentes de financiación, señalando el apoyo de la Santa Sede a la iniciativa del Gobierno británico denominada «International Finance Facility» y las propuestas de los gobiernos francés y brasileño.

Por lo que se refiere a la escasez alimentaria, Martino pidió con fuerza una reforma del mercado agrícola: «Es muy importante que las políticas agrícolas de los países avanzados se reformen, y dejen de perpetuar barreras insuperables al acceso de las potenciales exportaciones agrícolas de los países menos avanzados».

Lo mismo pidió para los flujos comerciales, ante los cuales África se encuentra en una situación paradójica porque «el 40% de la riqueza financiera privada de los africanos se encuentra fuera del continente», de manera que «los países africanos, como grupo, originan flujos de préstamos hacia el sistema mundial, en lugar de recibirlos, como sería lógico».

El purpurado hizo un llamamiento especial para incrementar el intercambio del «saber hacer relativo al progreso tecnológico, desde los países ricos que disponen de él hacia los países pobres». Indicó también que «el objetivo de una auténtica cooperación deberá ser el de hacer de África la protagonista de su propio desarrollo».

Martino concluyó precisando que las buenas noticias para África llegan de la Iglesia: «Donde quiera que se vaya, en el África profunda –en los hospitales, en los centros sanitarios, en las escuelas y en los centros de formación, en los campos de refugiados y desplazados, en las prisiones y en otros campos sociales–, la Iglesia está siempre presente, al lado de los más débiles, cumpliendo su opción preferencial por los pobres».

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ZENIT Staff

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