Revelaciones sobre la «encíclica escondida» de Pío XI contra el racismo

Entrevista exclusiva con Anton Rauscher

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ROMA, 6 abr 2001 (ZENIT.org).- Nuevas revelaciones históricas sobre el período que precedió a la segunda guerra mundial revelan la neta oposición de la Iglesia católica contra el racismo en aquellos convulsos años y en particular, contra el antisemitismo

En estos días, acaba de salir a las librerías alemanas el libro «Contra el racismo» («Wider den Rassismus», editorial Schöningh Verlag), en el que el profesor Anton Rauscher, director de la Katholische Socialwissenschaftliche Zentralstelle (instituto de la Conferencia Episcopal Alemana sobre doctrina social), ofrece documentos totalmente inéditos.

La historia comienza en verano de 1938, cuando se reunieron en París por orden del pontífice los padres jesuitas David Desbuquois, Gustav Gundlach y John LaFarge. El objetivo era claro: redactar el borrador de un documento en el que debía exponerse la doctrina cristiana sobre la unidad del género humano contra todas las ideologías racistas de la época.

El trabajo de los tres jesuitas fue redactado tres documentos de unas cien páginas, según ahora revela el profesor Rauscher, quien ha sido discípulo del padre Gundlach. Uno en francés, otro en inglés y otro en alemán, redactado por cada uno de los jesuitas, según su lengua madre. Los textos divergían entre sí según las posiciones de sus redactores.

En 1995, aparecía un libro en francés con el título «La encíclica escondida de Pío XI», firmado por George Passelecq y Bernard Suchecky, basado en la edición francesa, en la que se exponían las ideas del padre John LaFarge. El libro presentaba aquel borrador como representativo de las ideas del Papa para la encíclica.

Ahora bien, según revela ahora «Contra el racismo», el documento más consistente e influyente (ante el Papa) de los tres fue el redactado en alemán por Gustav Gundlach (1892-1963), profesor de la Universidad Pontificia Gregoriana. Era sin duda el texto más contundente y mucho más favorable al pueblo judío.

Los borradores fueron entregados al Papa Pío XI, en enero de 1939, por el entonces prepósito general de la Compañía de Jesús, el padre Ledóchowski. Obviamente no pueden ser considerados como un documento pontificio, sino simplemente como texto base que debía ser sometido a retoques y correcciones para poder llegar a convertirse en una encíclica.

La situación histórica, marcada por la inminente guerra mundial, y en particular los problemas de salud que comenzó a experimentar el obispo de Roma a partir de la mitad de octubre de 1938, hicieron que los borradores de la posible encíclica sobre el racismo acabaran en los archivos.

Ahora aquellos documentos salen a la luz. «En 1963, mientras analizaba el archivo privado del padre Gundlach –explica el profesor Raucher en esta entrevista concedida en exclusiva a Zenit–, me encontré con un sobre sellado en el que estaba escrito «Societatis Unio». Era el título que él había propuesto para la encíclica contra el racismo». Allí pude encontrar finalmente en qué consiste el borrador».

Gundlach ha sido uno de los máximos expertos de doctrina social del siglo XX. Fue él el primero que habló del término subsidiariedad. Una concepción que aparece en la encíclica de Pío XI «Quadragesimo anno». Gundlach, además, había colaborado en la redacción de la encíclica de ese Papa contra el nazismo, «Mitt brennender Sorge». Luego se convertiría en gran consejero de Pío XII para cuestiones germánicas.

–Zenit: ¿Por qué no llegó a convertirse en encíclica la «Societatis Unio»?

–Anton Rauscher: No era un texto completo. Varias partes requerían ser profundizadas. Hacía falta hacer nuevos estudios. No estaba claro ni siquiera cuál era el texto que debía utilizarse: la versión francesa o la alemana. Además, la situación política y social se estaba haciendo incandescente. En 1938, se promulgó en Italia la legislación racista y las relaciones entre la Santa Sede y el gobierno fascista eran muy tensas.

Por lo que se refiere a la denuncia del racismo, el Vaticano no tenía dudas. Ahora bien, no estaba claro si la publicación de una encíclica favorecería o empeoraría la situación. Tras la publicación de la «Mitt brennender Sorge» empeoró la situación de los católicos y de los judíos en Alemania.

Gundlach escribió en noviembre de 1938 una carta a LaFarge para decirle que el Papa tenía tantos problemas de salud que no podía decidir la publicación de un documento que pondría en choque frontal a la Iglesia con los nazi fascistas.

–Zenit: ¿Estaba informado de todo esto, el secretario de Estado, Eugenio Pacelli, futuro Pío XII a quien un libro le ha acusado de ser el «Papa de Hitler»?

–Anton Rauscher: Gundlach, en una carta enviada a LaFarge en abril de 1939 (justo después de la elección de Pío XII) afirma que Pacelli estaba informado del proyecto y de la intención de que fuera publicado, pero no lo había podido leer.

Nada más ser elegido Papa, Pío XII concentró todas sus energías en el intento de evitar el conflicto mundial. Después, utilizó gran parte del borrador de la «Societatis Unio» en la encíclica de 1939 «Summi Pontificatus». Luego también se serviría de este material en 1941, con motivo del quincuagésimo aniversario de la «Rerum novarum» y en otros discursos y cartas.

Gundlach era el consejero especial del Papa Pacelli para las cuestiones sociales y Pío XII era el más radical opositor de las tesis raciales nazis.

–Zenit: De modo que no es una «Encíclica escondida», como decía el libro publicado en francés, sino más bien un estudio que luego sería utilizado por los pontífices.

–Anton Rauscher: Exactamente. Me sorprendió mucho el que se publicara en alemán el libro de Passelecq y Suchecky, pues tradujeron el borrador de encíclica del francés, a pesar de que conocían el texto de Gundlach, en alemán. Yo mismo se lo enseñé en una ocasión. No entiendo por qué no utilizaron el original alemán de Gundlach, que entre otras cosas era mucho más favorable al pueblo judío. Quizá es éste precisamente el motivo.

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ZENIT Staff

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