Tierra Santa, Irak y África, tres preocupaciones de la Santa Sede por la paz

Expuestas por el «ministro» de Exteriores vaticano ante la asamblea de la ONU

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NUEVA YORK, jueves, 30 septiembre 2004 (ZENIT.org).- El conflicto en Tierra Santa, la guerra en Irak y la violencia en varios países africanos son motivo de particular preocupación para la Santa Sede al analizar el escenario internacional.

Así lo expuso el arzobispo Giovanni Lajolo, secretario para las Relaciones con los Estados de la Santa Sede, al intervenir este miércoles en la discusión general de la 59 sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas.

Ha sido la primera vez que la Santa Sede tomaba parte en este tipo de debates, tras la resolución que el 1 de julio pasado formalizó y precisó los derechos y prerrogativas de su estatus de Observador Permanente del que disfruta desde 1964.

El representante del Papa en su largo discurso en inglés comenzó analizando el conflicto entre palestinos e israelíes.

«Ha marcado toda la segunda mitad del siglo pasado –comenzó diciendo el arzobispo, conocido como «ministro de Asuntos Exteriores» de la Santa Sede–. No es un conflicto circunscrito a sus angostos límites territoriales. Están involucrados directamente el gobierno israelí y la autoridad palestina, que tienen el gran deber de demostrar que quieren la paz».

«Para alcanzarla se ha diseñado y ellos la han aceptado formalmente una «hoja de ruta»: ¡tienen que recorrerla por tanto finalmente con determinación y valentía!», exigió el arzobispo italiano.

«Pero ese conflicto también es seguido intensamente y con frecuencia con sentimientos candentes por largos estratos de la humanidad», constató.

«La Iglesia católica presente en Palestina desde hace dos mil años invita a todos a dejar de lado, en primer lugar, cualquier acción encaminada a destruir la confianza y a pronunciar palabras generosas de paz, a efectuar gestos valientes de paz».

«Y si la paz es fruto de la justicia no hay que olvidar –como ha dijo Juan Pablo II– que no hay justicia sin perdón –añadió–. Sí, sin perdón recíproco. Efectivamente, para ello hace falta un coraje moral más grande que el necesario para empuñar las armas».

A continuación monseñor Lajolo, que ha sustituido al cardenal Jean-Louis Tauran en el cargo, habló del conflicto iraquí, para recordar la oposición que manifestó entre 2002 y 2003 la Santa Sede a la intervención militar promovida por Estados Unidos.

«Todos pueden ver que no ha traído un mundo más seguro ni dentro ni fuera de Irak», subrayó.

«La Santa Sede considera que ahora hay que apoyar al gobierno actual en su esfuerzo de llevar al país a una condición de vida normal y a un sistema político substancialmente democrático y conforme a los valores de sus tradiciones históricas», añadió el prelado.

Los conflictos en África, en particular en Sudán, Somalia, los países de la región de los Grandes Lagos y Costa de Marfil, son también motivo de profunda preocupación para la Iglesia, según afirmó por último en su análisis geográfico de la paz del planeta.

«Tienen necesidad de una solidaridad internacional activa –dijo–: en particular, y de manera connatural, la Unión Africana podría hacer valer su autoridad para sentar en la mesa de negociaciones a todas las partes legítimamente interesadas».

«La Unión Africana ya ha demostrado que puede hacerlo con éxito en algunos casos: hay que brindar este reconocimiento y apoyo», reconoció.

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ZENIT Staff

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