Una exposición sobre san Agustín redescubre la historia cristiana de Túnez

En el 1650 aniversario de su nacimiento

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TÚNEZ, lunes, 13 diciembre 2004 (ZENIT.org).- Una muestra y un congreso sobre «Africanidad y universalidad» celebrarán en Túnez el 1650 aniversario del nacimiento de san Agustín en el África romana del siglo IV (Tagaste, 354), redescubriendo el pasado cristiano de este país.

La exposición, abierta al público del 15 de diciembre de 2004 al 10 de enero de 2005, en el Acropolium de Cartago, está patrocinada por el Ministerio de la Cultura, de la Juventud y el Tiempo Libre, con la colaboración de la diócesis de Túnez y la embajada suiza.

Al día siguiente de la inauguración oficial, el 16 de diciembre, a las 17.00 tendrá lugar la conferencia inaugural dictada por el profesor Serge Lancel sobre «San Agustín y Cartago», seguida por una mesa redonda en la que participarán expertos tunecinos y extranjeros.

Para comprender mejor la importancia del acontecimiento y la actualidad del mensaje de san Agustín, Zenit ha entrevistado a monseñor Dominique Rezeau, vicario general de la diócesis de Túnez.

–Túnez ya no es como en tiempos de san Agustín. ¿Que capacidad de influencia tiene hoy el cristianismo en la realidad tunecina?

–Monseñor Rezeau: Es vedad, el Túnez actual ya no es el de tiempos de san Agustín. Desde la independencia del país y la salida de numerosos europeos, la Iglesia se parece algo a lo que era en los orígenes, una pequeña comunidad de creyentes que trata de vivir su fe y de dar el testimonio de su caridad. Sus relaciones con la sociedad tunecina son buenas y son particularmente importantes en los campos de la salud y de la educación cuyos beneficiarios son en su gran mayoría tunecinos. Se da también una cooperación cercana con las asociaciones locales en lo que se refiere a la atención de los niños necesitados y de los discapacitados. La diócesis dirige diez escuelas primarias y secundarias en algunas de las grandes ciudades del país, así como la clínica San Agustín, única institución de estas características en África del Norte. El Instituto de Letras Árabes (Institut des Belles Lettres Arabes), creado por los Padre Blancos [Misioneros de África ndt.] y varias bibliotecas acogen a estudiantes de liceo y de universidad.

–¿Cómo es la atención por los escritos de san Agustín? ¿Cuáles son los objetivos de esta exposición y congreso?

–Monseñor Rezeau: La exposición sobre san Agustín, promovida conjuntamente por la diócesis de Túnez y el Ministerio de la Cultura, es reveladora de un redescubrimiento del pasado cristiano de Túnez, en el que san Agustín desempeñó un importante papel, a caballo entre la época romana y la invasión vándala, en la que se sucedieron los bizantinos y después los árabes. Cartago era entonces la metrópoli cristiana de África, la segunda sede después de Roma, con sus numerosas diócesis, sus santos y pastores, sus teólogos, sus cristianos que todavía sentían la tentación en algunos casos del paganismo y en otros de la herejías nacientes, en particular el donatismo y el pelagianismo. Los escritos de Tertuliano, de san Cipriano, obispo de Cartago martirizado en 258, y de san Agustín, guiaron y guían todavía la fe y la vida de la Iglesia, en nuestra diócesis y mucho más allá de sus fronteras.

Esperamos al mismo tiempo que esta exposición haga descubrir a los visitantes tunecinos y extranjeros la gran figura del «doctor de la gracia», que puede ser llamado, como lo será más tarde santo Tomás Moro, «un hombre para todas las estaciones». De hecho, este es el sentido del título de esta exposición «Africanidad y universalidad», cuya dimensión didáctica ha sido preparada por la Universidad de Friburgo [Suiza] y la parte arqueológica por el Instituto Nacional tunecino del Patrimonio.

–Usted es vicario general de una diócesis predominantemente de población islámica. ¿Cómo es el diálogo interreligioso?

–Monseñor Rezeau: Nuestra comunidad está sumergida en un mundo casi totalmente musulmán. Somos aceptados y respetados, tanto por las autoridades del Estado como por la población. El interés mutuo por nuestras religiones y tradiciones diferentes nos permite convivir pacíficamente y enriquecernos incluso de estas diferencias. Más que de «diálogo interreligioso», nos gusta hablar de diálogo entre personas de religiones diferentes, que pueden colaborar en muchos campos a favor del bien común. No tratamos de convencer al otro, sino de ofrecer un testimonio de vida y de amor. «Si la caridad desfallece, ¡de qué sirve lo demás!», escribía san Agustín.

–¿Cómo son percibidos el fundamentalismo y el terrorismo por la sociedad tunecina?

–Monseñor Rezeau: Las autoridades y la sociedad tunecinas apoyan y defienden un Estado fundado en la paz y la moderación. Las autoridades religiosas musulmanas van también en la misma dirección y en este país no se escucha ningún llamamiento al fundamentalismo o de apoyo al terrorismo. Es verdad que pueden darse determinadas corrientes islamistas, pero no parecen encontrar eco en la mayoría de las personas. Los intensos contactos con los países europeos, en particular con Francia e Italia, los frecuentes encuentros entre habitantes de esos países, las personas y las familias que van y vienen, favorecen un clima de comprensión y de tolerancia. Por lo que se refiere a los conflictos en Oriente Medio, que suscitan siempre reacciones sumamente vivas en los países árabes, hay que constatar el aprecio sumamente positivo de las posiciones tomadas por el Papa Juan Pablo II y por la Iglesia católica a favor de la paz.

–¿Qué pueden hacer los cristianos del resto del mundo, en particular los de occidente, para ayudar a la Iglesia católica de Túnez?

–Monseñor Rezeau: Organismos cristianos y varias diócesis de Italia en particular nos permiten vivir a nivel material, pues no contamos con otros recursos que las modestas contribuciones de nuestros fieles y siempre hace falta ayuda para mantener nuestras parroquias, sacerdotes y religiosos, nuestras escuelas y centros de salud. De las Iglesias occidentales y de nuestros hermanos cristianos esperamos sobre todo un interés y un conocimiento de nuestra realidad. Escuchamos decir con frecuencia: ¿hay cristianos en Túnez? Sí, gracias a Dios, estamos aquí: somos pocos pero estamos muy unidos, sacerdotes y laicos. Muchos de ellos tienen tesoros de generosidad y de entrega. «Cuando se ama no cuesta, o se ama hasta que cueste», decía san Agustín.

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ZENIT Staff

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