"La misericordia cambia la historia de los individuos incluso la de los pueblos". Lo ha dicho el santo padre Francisco durante su discurso de este sábado a los participantes en el IV Congreso misionero nacional promovido por la Conferencia Episcopal Italiana.
A los presentes, el Papa ha recordado que "toda generación es llamada a ser misionera", a llevar "lo que tenemos dentro", "lo que el Señor nos ha dado". De este modo, ha señalado que una Iglesia misionera no puede ser otra cosa que "en salida", que no tiene miedo de encontrar, de descubrir las novedades, de hablar de la alegría del Evangelio, a todos sin distinción. Por eso, ha exhortado a conservar esta gracia de Dios, "hacerla crecer y darla en herencia a las nuevas generaciones de cristianos".
Asimismo, el Santo Padre les ha agradecido por lo que hacen y les ha pedido que se comprometan "con pasión para tener vivo este espíritu".
Por otro lado, Francisco ha precisado que la misión es tarea de todos los cristianos, no sólo de algunos. "¡Es tarea también de los niños! En las obras misionarias pontificas, los pequeños gestos de los niños educan a la misión", ha recordado.
Nuevamente durante el discurso, el Pontífice les ha exhortado a no dejarse robar la esperanza y el sueño de cambiar el mundo con el Evangelio. "Salir significa superar la tentación de hablarnos entre nosotros olvidando a los muchos que esperan de nosotros una palabra de misericordia, de consolación, de esperanza", ha asegurado Francisco.
Además, el Papa ha indicado que en la catequesis los niños deben recibir una catequesis misionera. Y ha advertido que a veces, también en la Iglesia nos dejamos llevar por el pesimismo, que corre el riesgo de privar del anuncio del Evangelio a muchos hombres y mujeres. ¡Vamos adelante con esperanza!, ha exclamado.
Hablando de los misioneros mártires de la fe y de la caridad, el Santo Padre ha afirmado que nos indican que la victoria está sólo en el amor y en una vida gastada por el Señor y por el prójimo, a partir de los pobres. Salir --ha pedido Francisco-- y no permanecer indiferentes a la miseria, a la guerra, a la violencia de nuestras ciudades, al abandono de los ancianos, al anonimato de tanta gente necesitada y a la distancia de los pequeños. "Salir y no tolerar que en nuestras ciudades cristianas haya niños que no saben hacer la señal de la cruz", ha observado el Pontífice.
Finalmente, ha recordado que "salir es ser trabajadores de paz, esa paz que el Señor nos dona cada día y de la que el mundo necesita tanto". Por eso, "los misioneros no renuncian nunca al sueño de la paz, también cuando viven en las dificultades y en las persecuciones, que hoy vuelven a sentirse con fuerza".