El cardenal Deskur y Karol Wojtyla se conocen desde los años de clandestinidad bajo el nazismo en que eran compañeros en el seminario de Cracovia. «Mientras aquí en Roma –escribe en su mensaje el Papa al amigo de muchos años– me preparo a cerrar la XV Jornada Mundial de la Juventud, al mismo tiempo me alegro contigo por este feliz acontecimiento y alabo a Dios con corazón agradecido».
El cardenal Deskur, ordenado sacerdote en 1950, desde el 1952 entró a formar parte de la Comisión para el cine, la radio y la televisión de la Santa Sede, participó en el Concilio Vaticano II y desde 1973 fue presidente del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales. Con esta experiencia y ascendente en Roma, según muchos analistas y observadores, Deskur acogía a su amigo Wojtyla cuando éste visitaba la Ciudad Eterna, y fue también él quien le presentó a muchos de sus amigos cardenales.
«Fuiste fiel al magisterio de la Iglesia –sigue el Pontífice– y tuviste preocupación por la divulgación de la doctrina evangélica, teniendo ante ti la exhortación del Redentor: si permanecéis fieles a mi palabra, seréis en verdad mis discípulos, conoceréis la verdad y la verdad os hará libres».
El primer día de su elección como Papa, Karol Wojtyla se escapó del Vaticano a primera hora de la tarde en automóvil para ir a visitar al hospital al obispo Deskur, pues tres días antes, había sufrido un ataque de parálisis. Más tarde, el Papa le creó cardenal y su amigo siendo su cercano consejero, pues aunque ha vivido estos veinte años en silla de ruedas, su mente ha sido aguda y siempre desbordante de humor.