Habla un biblista: Los jóvenes en Roma nos han devuelto la alegría

ROMA, 24 agosto (ZENIT.org).- «Me parece que la alegría de estos jóvenes nos ha reconducido a uno de los significados originarios del Jubileo. De hecho, en la Biblia, el retorno a un orden en la justicia –y el Jubileo no es otra cosa que esto– es fuente de alegría para todos: no sólo para el pobre que se ve restituida una dignidad y una posibilidad de vida, sino también para quien ha acumulado indebidamente riquezas que no producen felicidad». Son palabras de Paolo Bizzeti, biblista y experto en pastoral juvenil, sobre la Jornada Mundial de la Juventud.

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«La fiesta –añade– pertenece a la esencia del Jubileo como nos lo presenta la Biblia». Y es bueno subrayarlo «porque, si no, se corre el riesgo de subrayar siempre y sólo la dimensión de conversión moral».

Son muchos los modos en que este entusiasmo, del que se hacía eco el Papa ayer en la catequesis de la audiencia, se ha encarnado. La solidaridad, por ejemplo. En la «alfombra» de personas en fiesta, según la imagen usada por el Papa, muchas eran de países pobres: «Fiesta y justicia van juntas, no se puede tener alegría solos. Por esto es bonito que estos chicos hayan podido venir a Roma y a tantos lugares de Italia, para un momento de peregrinación, si pero también de viaje», comenta Bizzeti.

Otro aspecto es la reconciliación. Del encuentro mundial, el sacerdote se lleva una imagen impactante, la de los jóvenes de naciones en guerra, unidos en oración: «Para mí ha sido un signo de Pentecostés. Es posible la paz, la reconciliación: lo que el cristianismo cree y proclama no es una utopía». Se va así a las raíces. A lo que es el sábado judío, «parafraseando a Jean Vanier, la fiesta como lugar de la reconciliación y del perdón», añade el jesuita.

Un compartir y una trasparencia en los rostros que no se ve en otros encuentros, con los que Bizzeti hace comparación, como la berlinesa «Love parade». «También allí hay un océano de jóvenes –subraya– pero hay incluso muertos, heridos, un río de droga. Por tanto, es una fiesta artificial. En Roma impresionaba en cambio la espontaneidad de los jóvenes, que evidentemente han comprendido que la Palabra de Dios es el camino para la felicidad».

Según el biblista, esta felicidad es condición necesaria para la evangelización, «para ser creíbles en el mundo de hoy». De los jóvenes ha venido «un mensaje fuerte a la Iglesia: están disponibles para vivir una vida cristiana, siempre que se respire un poco más esta dimensión». Que, subraya todavía, es auténticamente bíblica: «Pensemos en los salmos de peregrinación: «Qué alegría…». La peregrinación bíblica libera de muchas cosas inútiles. David lleva el arca danzando. En la vigilia del sábado hemos visto justamente esta dimensión, que interactuaba con la parte más catequética». Y «el Papa lo ha captado maravillosamente, hablando de diálogo. Donde la aportación de los jóvenes era justamente esta actitud de alegría».

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ZENIT Staff

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