ROMA, 14 sep (ZENIT.org).- Hoy día la Universidad se especializa en los detalles más especializados del saber, pero con mucha frecuencia olvida por qué lo hace. Es la constatación que hizo monseñor Giuseppe Baldanza, subsecretario de la Congregación vaticana para la Educación Católica, al intervenir el 7 de septiembre, en el ámbito del Jubileo de la Universidad, en un Congreso internacional sobre el tema «Universidad y sociedad global», organizado por el Ateneo Pontificio «Regina Apostolorum».
Al inaugurar el encuentro, monseñor Baldanza explicó que «La investigación de la verdad es el fin esencial de la Universidad. Esta investigación no excluye otras tareas, que son importantes, como la de alcanzar objetivos profesionales, pero no puede despreocuparse totalmente de la formación en los valores».
Citando palabras del filósofo católico Romano Guardini, Baldanza recordó que «el problema de la verdad era el corazón de la Universidad antigua, más allá de toda crítica, constituía el núcleo íntimo, su motivación y justificación última». Así nació la Universidad y esta es precisamente la causa de la crisis actual.
Al analizar las causas de esta situación, Baldanza indicó «la disminución de la atención por la filosofía, y en particular por la metafísica, que no es considerada como necesaria ni para el pensamiento ni para la vida del hombre; es más, está siendo atacada progresivamente».
El subsecretario de la Congregación para la Educación Católica puso de manifiesto la consecuencia inmediata de esta mentalidad: el pragmatismo, que ha llevado a eliminar la búsqueda de sentido en la educación superior. «Por este motivo, las disciplinas humanísticas han dejado de suscitar el interés que provocaban en el pasado».
Monseñor Baldanza continuó constatando que «crecen las especializaciones que, por una parte, facilitan los conocimientos más detallados del saber, pero por otro lado llevan consigo la pérdida de vista de lo esencial, de la unidad, de la integridad del sentido mismo del saber, algo que afecta también a la concepción misma de la persona humana».
«En definitiva –denunció–, se está abandonando la reflexión sobre las conquistas del saber, la investigación ha dejado de distinguir entre lo que es realmente bueno y lo que es malo para el hombre y para la sociedad. La ciencia se convierte en tecnología y ésta ha dejado de reflexionar en sus resultados, en sus conquistas y en sus relativas consecuencias. En la sociedad pluralista, cada vez es más difícil hablar de valores absolutos. Este eclipse de valores está ligado a la devaluación de la ley natural y de la trascendencia de la persona humana».
Para superar esta crisis, monseñor Baldanza exhortó a hacer todo lo posible para que emerjan los valores que fundamentan toda disciplina académica: «No se pueden afrontar los problemas bioéticos, ecológicos, económicos, sociales y de comunicación de paz y solidaridad sin un fundamento metafísico».
Monseñor Baldanza concluyó haciendo un llamamiento para descubrir y ser fieles «al magisterio de la Iglesia que tiene un patrimonio de valores expresados particularmente en su doctrina antropológica, moral y social».