M. A. Glendon: «La ONU no afronta las razones de la discriminación femenina»

Habla la mujer que representó al Papa en la Conferencia Mundial de Pekín

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NUEVA YORK, 21 sep (ZENIT.orgAVVENIRE).- «El problema con estos informes es que la ONU proporciona los números, sin afrontar las razones profundas de las que depende la discriminación», comenta Mary Ann Glendon, a propósito del último informe sobre población que presentó ayer el Fondo de las Naciones Unidas para la Población.

Mary Ann Glendon, profesora de derecho en la Universidad de Harvard, presidió la delegación de la Santa Sede en la Conferencia de Pekín sobre la mujer (1995).

«En general –explica Glendon– los estudios de la ONU que hablan de la explotación de la mujer no consideran dos factores fundamentales. El primero es el desorden de la familia, del que dependen muchos problemas enumerados en el informe. El segundo es la discriminación de las mujeres que tienen niños, de la que nace otra serie de problemas. La ONU parece incapaz de afrontar estos temas porque quizá no responden a la agenda de quien influencia el trabajo de la organización».

–El informe dice que al menos una mujer sobre tres sufre violencias, mientras que dos millones de niñas de entre 5 y 15 años son introducidas en el mercado sexual cada año. ¿Se trata de emergencias reales?

–Sin duda. Pero ¿cuál es el origen de estos números y cuál puede ser la solución? La ONU no se hace la pregunta. La respuesta, sin embargo, es que las mujeres de hoy están más expuestas a las violencias y a la explotación sexual porque las protecciones ofrecidas en otro tiempo a la familia han desaparecido. También en el interior de los núcleos familiares había abusos que debían ser afrontados, pero la tendencia a destruir estos núcleos no ha ayudado ciertamente a la defensa de las mujeres.

–Según el informe, las mujeres siguen siendo penalizadas en la educación y en el trabajo y esto tiene un impacto negativo sobre la economía de países enteros.

–También esta es una emergencia indiscutible. La pobreza y la escasa instrucción generan un círculo vicioso del que es casi imposible salir. Pero debemos ensanchar el horizonte y mirar también el problema de las sociedades más desarrolladas. En Estados Unidos, las mujeres siguen ganando menos que los hombres y ocupando menos posiciones de guía. ¿Por qué sucede esto? Todos los estudios sociológicos confirman que entre los trabajadores estadounidenses de sexo masculino y femenino hay una igualdad de trato en el 97%, hasta el umbral de los 30 años. Luego empiezan las diferencias de retribución y de carrera. ¿Qué significa este dato? Significa que también en el mundo occidental más desarrollado siguen dándose las discriminaciones respecto a las mujeres que tienen niños: apenas deciden tener hijos, en la mayor parte de los casos empiezan a perder terreno respecto a sus colegas hombres. Si esto sucede en Estados Unidos, podemos esperar al menos el mismo trato en otros países menos desarrollados. Y sin embargo la ONU sigue ignorando la necesidad de apoyar a las familias y a las mujeres con niños.

–El estudio lamenta los escasos progresos de la planificación familiar, también porque muchos gobiernos no han invertido en el sector los fondos prometidos.

–Ciertamente. En vez de afrontar los problemas que empujan a las mujeres a considerar el aborto, la ONU se preocupa sólo de difundir lo más posible esta práctica porque corresponde a la agenda de los grupos feministas que condicionan el trabajo de la organización.

–El informe dice sin embargo que sólo el 53% de los nacimientos es asistido por medios profesionales y cada año 20 millones de abortos se dan en condiciones inseguras. También la difusión del sida es atribuida a la imposibilidad de las mujeres de controlar su vida sexual.

–Los problemas sanitarios hay que afrontarlos y la asistencia a las parturientas debe ser garantizada. Pero ¿usted sabe cuál es el grupo de personas más favorable al aborto, según todos los estudios internacionales? Son los hombres de menos de treinta años. ¿No le dice nada este dato? La verdad es que en muchos casos los hombres no quieren asumir su responsabilidad, y esto genera buena parte de los problemas de las mujeres. Así volvemos a las cuestiones morales que sin embargo la ONU no quiere afrontar.

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ZENIT Staff

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