El divorcio: los costes para la familia y la sociedad

Con frecuencia los que argumentan a favor de la libertad de divorciarse
hacen hincapié en el sufrimiento padecido por las mujeres y los niños
atrapados en un matrimonio infeliz.

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No se puede negar que existen situaciones difíciles dentro de un buen número de matrimonios, pero al proponer el divorcio como una solución no tienen en cuenta el coste del divorcio para las personas implicadas y la sociedad en general.

Los costes económicos

Este mes un estudio británico reveló que cada año la ruptura de las familias en Gran Bretaña cuesta alrededor de 30 mil millones de libras esterlinas. Según comunicaron el «Telegraph» y el «Independent» (14/9/00),
se llega a esta cifra sumando los pagos de los beneficios sociales, el daño a la salud, la pérdida de producción económica y el aumento del crimen.

Hasta ahora los cálculos de los costes anuales del divorcio iban de 4 a 10 mil millones de libras esterlinas, pero el informe «The Cost of Family Breakdown» de la organización «Family Matters» establece una cifra mucho mayor.

Gran Bretaña tiene la incidencia de divorcio más alta en toda Europa. En 1998 hubo 145.000 matrimonios fracasados, el doble que en 1971 y un total de 150.000 niños se vieron afectados por los divorcios. De los
matrimonios contraídos hoy en día dos de cada cinco terminan en divorcio y un niño
de cada cuatro experimentará la división de su familia antes de cumplir 16 años de edad.

El informe afirma que los costes directos del divorcio son 15 mil millones de libras esterlinas cada año, el equivalente a 11 libras por cada persona que paga impuestos en el país. Esa cifra incluye 8,5 mil millones en
pagos sociales. Sin embargo, los autores del informe estiman que los costes indirectos hacen que la cifra directa se duplique. Entre otros factores el informe observa que la mitad de los criminales menores de edad provienen
de familias rotas.

El informe explica que quieren alertar al parlamento y al pueblo
británico
de la seriedad de la crisis en la vida familiar. Aunque muchas personas
son
hostiles a los argumentos basados en los valores familiares, sigue el
informe, por lo menos deberían reconocer los tremendos costes
financieros y
sociales debidos al divorcio. Así, los autores piden un cambio cultural
en
la sociedad en que se reconozca que la familia tradicional es el
fundamento
de una sociedad estable y próspera.

Los costes sociales

Entre los efectos del divorcio en los niños está el tema de las
relaciones
prematrimoniales. Según otro estudio publicado poco antes del informe
sobre
los costes del divorcio, los adolescentes de familias rotas tienen una
incidencia dos veces mayor que sus compañeros en cuanto al inicio de su
vida sexual antes de los 16 años. Según comunicó el «Telegraph»
(8/9/00),
alrededor del 25% de los hijos de padres divorciados admitieron haber
tenido relaciones sexuales con menos de 16 años, en comparación con el
13%
de los adolescentes cuyos padres están casados o viven juntos.

La investigación fue llevada a cabo por el «Family Education Trust»
entre
un grupo de 2.250 niños de 13 a 15 años de edad. Según Valerie Riches,
presidenta de la organización, el informe demuestra que cuando hay
rupturas
en la familia los niños se sienten rechazados y buscan en otras partes
el
amor y la estabilidad. Entonces, continuó Riches, creen que pueden
encontrar lo que les falta a través del sexo, si bien la mayoría,
especialmente las niñas, sufren mucho después por lo que han hecho.

Los daños continúan en la vida adulta

Las consecuencias negativas del divorcio sobre los niños no se limitan a
la
etapa de la adolescencia, como demuestra otro estudio llevado a cabo en
California, Estados Unidos. Según informó el «National Post» (7/9/00),
los
hijos de divorciados tienen más problemas como adultos y de hecho les
afecta seriamente cuando llega el momento de formar sus propias
familias.

Los datos provienen de un proyecto que comenzó hace 25 años entre cien
niños de una comunidad en el norte de California (The Unexpected Legacy
of
Divorce: A 25 Year Landmark Study, publicado por Hyperion y escrito por
Judith Wallerstein, Julia Lewis y Sandra Blakeslee). El estudio se
inició
en 1971, poco después de la liberalización de las leyes sobre el
divorcio
en el estado. Una de la autoras, Judith Wallerstein, observó que los
niños
provenientes de padres separados experimentaron más dificultades en
formar
relaciones íntimas y duraderas en comparación con sus compañeros de
familias unidas.

Al llegar a la vida adulta los que habían experimentado el divorcio
están
menos dispuestos a casarse, tienen mayor probabilidad de divorciarse y
de
tener hijos fuera del matrimonio y tienen mayor incidencia de problemas
de
droga. El estudio comenta que tienden a pensar que sus amistades no
durarán
y que luchan en sus vidas emocionales contra el temor de la pérdida, el
conflicto, la traición y el sentirse solos.

Wallerstein, profesora emérita de la Universidad de Berkeley en
California,
comentó que el impacto del divorcio en la vida adulta es un
«descubrimiento
revolucionario y una sorpresa trágica». La profesora, cuyos otros
estudios
sobre el divorcio le han hecho una experta mundial, admitió que hasta
ahora
no se ha dado suficiente peso a las consecuencias del divorcio para los
niños y que la situación es mucho más compleja y el impacto mucho más
serio
de lo que antes habían imaginado. Concluyó que aún los mejores
padrastros y
madrastras muy rara vez pueden suplir lo que los niños han perdido a
causa
del divorcio.

Incluso Wallerstein admite que si bien el divorcio tiene sus ventajas
para
un padre de familia infeliz, no necesariamente representa algo mejor
para
los hijos. De los niños afectados por el divorcio que se estudiaron
durante
25 años, el 60% están casados, en comparación con el 80% del grupo de
padres cuyos matrimonios duraron. El 38% de los hijos del divorcio
tienen
niños, de los cuales un 17% nacieron fuera del matrimonio. Del grupo de
control un 61% tienen niños, todos dentro del matrimonio.

El libro no recomienda que los padres de familia permanezcan unidos en
el
matrimonio a cualquier precio. No obstante urge a los esposos a dar un
peso
mucho mayor al considerar el impacto sobre sus niños cuando contemplen
el
divorcio.

El divorcio y la cohabitación

Otro daño causado por el divorcio es la tendencia de los hijos a
cohabitar
antes o en vez de casarse. Hace unos meses, el «National Marriage
Project»,
de la Universidad de Rutgers, publicó un estudio sobre la cohabitación:
«Sex Without Strings, Relationships Without Rings». Según informó la
agencia AP (7/6/00), en Estados Unidos existe la tendencia a vivir
juntos
en el período de los veinte a los treinta años.

El director del estudio, David Popenoe, profesor de sociología en
Rutgers,
observó que las personas de esta edad tienden a considerar el matrimonio
como un riesgo económico debido a los altos costes del divorcio. El
temor
al divorcio, comenta el estudio, ha dañado la confianza en la
permanencia
del matrimonio. Y por lo tanto la decisión de casarse se considera
arriesgada, además de algo que les priva de su propia independencia.
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Contenido provisto por SEMANA INTERNACIONAL
(C) Innovative Media, Inc.

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ZENIT Staff

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