VIENA, 28 nov (ZENIT.org).- La Santa Sede está seriamente preocupada pues «a menudo la religión se toma en consideración solamente en el contexto de la defensa de los derechos de las minorías o para denunciar el fanatismo».
La constatación fue realizada por el «ministro» de Asuntos Exteriores de la Santa Sede, el arzobispo Jean-Louis Tauran (secretario vaticano para las Relaciones con los Estados) al tomar la palabra ante la reunión anual de ministros de Exteriores de los 55 países miembros de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE).
El prelado pidió considerar la religión «por sí misma» como fuente que inspira al ser humano a mejorar.
«Los creyentes que se sienten respetados por lo que son estarán siempre más dispuestos a cooperar en la construcción de una comunidad democrática y civil donde las diferencias son sinónimos de enriquecimiento mutuo y donde la diversidad llama a la solidaridad», explicó.
Entre los presentes se encontraba el representante de la recién admitida Yugoslavia.
Sus palabras tenían lugar en el momento en que estos Estados discuten sobre los compromisos contraídos hace 25 años en el Acto Final de Helsinki y hace 10 años en París (Carta para una Nueva Europa).
El arzobispo Jean-Louis Tauran encabeza la delegación de la Santa Sede, que es miembro a título pleno de la Organización, en esta reunión del 27 y 28 de noviembre. La primera reunión anual de esta organización, conocida entonces como la Conferencia sobre la Seguridad y Cooperación en Europa (CSCE), se celebró en Helsinki hace 25 años.
El prelado en su discurso confesó su «alegría» al ver tantas naciones de Europa Central y Oriental que han recuperado su libertad y ahora son miembros a pleno título de la OSCE.
El arzobispo enumeró algunos de los «graves desafíos a los que tienen que hacer frente los líderes mundiales: la trata de seres humanos, la protección de los derechos de los niños y la lucha contra la proliferación de armas de pequeño calibre».
Algunos valores, como el carácter sagrado de la vida, prosiguió, la defensa de las libertades fundamentales, la seguridad y la cooperación económica y social, deben ser constantemente afirmados a la hora de afrontar y resolver estos problemas.