Era el jubileo de «los hombres rana», que después se reunieron con Juan Pablo II, quien tuvo con ellos un gesto significativo, bendijo una estatua del «Cristo de los Abismos» que será sumergida en las aguas de la isla del Giglio, que se encuentra sumergida en el estupendo paisaje de la costa de Toscana.
El pontífice, les propuso, recordar con este gesto la presencia continua del Redentor y «los caídos de vuestra intrépida profesión».