CIUDAD DEL VATICANO, 6 dic 2000 (ZENIT.org).- Todo hombre, aunque no sea creyente, está llamado a «colaborar» con la venida del Reino de Dios. Lo afirmó esta mañana Juan Pablo II lanzando un apremiante llamamiento a la cooperación entre creyentes y no creyentes.
Sus palabras no dejaron lugar a dudas: «Todos los justos de la tierra, incluso los que ignoran a Cristo y a su Iglesia y que, bajo el influjo de la gracia, buscan a Dios con corazón sincero, están llamados a edificar el Reino de Dios, colaborando con el Señor que es su primer y decisivo artífice».
El pontífice continuó de este modo, ante 30 mil peregrinos reunidos en la plaza de San Pedro, sus intervenciones de los miércoles, en esta última fase del Jubileo, que ha dedicado a profundizar en las relaciones de los católicos con las demás personas.
Tras haber afrontado, en semanas pasadas las relaciones con los cristianos de otras confesiones, y con los creyentes de otras religiones, a la luz del misterio central del cristianismo, la Trinidad, el pontífice afrontó hoy la colaboración que deben mantener los católicos con los no creyentes en la sociedad de hoy.
Reino de Dios
En su intervención, el obispo de Roma explicó, ante todo, el significado de la expresión Reino de Dios, que explica la misión del hombre en el mundo a la luz del Evangelio. «El Reino –aclaró– es la acción eficaz pero misteriosa de Dios en el universo y en ese ovillo de las vicisitudes humanas. Él vence las resistencias del mal con paciencia, y no con prepotencia o clamor».
«Los miedos, los afanes, las pesadillas se disuelven, pues el Reino de Dios está en medio de nosotros en la persona de Cristo».
Ahora bien, añadió el sucesor de Pedro, «el hombre no es un testigo inerte de la entrada de Dios en la historia. Jesús nos invita a «buscar» activamente «el Reino de Dios y su justicia» y a hacer de esta búsqueda nuestra preocupación principal».
Para toda persona
«Por tanto, la persona humana está llamada a cooperar con sus manos, su mente y su corazón en la venida del Reino de Dios al mundo. Esto vale particularmente para los que están llamados al apostolado y que son, como dice san Pablo, «colaboradores del Reino de Dios», pero sirve también para toda persona humana».
La senda de las Bienaventuranzas
Pero, ¿cómo se puede colaborar con la venida del Reino de Dios? El Papa ofreció como respuesta las Bienaventuranzas. Los colaboradores del Reino son los que viven «como «pobres de espíritu», en el desapego de los bienes materiales, para levantar a los últimos de la tierra del polvo de su humillación».
Colaboradores del Reino son los «que soportan con amor los sufrimientos de la vida»; «los puros de corazón que escogen el camino de la justicia, es decir, la adhesión a la voluntad de Dios»…
Por eso –concluyó–, los colaboradores del Reino son los que se ponen en manos de Dios «como niños inexpertos que sólo en su Padre encuentran la seguridad». Pues, como dijo Jesús, «el que no reciba el Reino de Dios como niño, no entrará en él».