BAGDAD, 18 dic 2000 (ZENIT.org).- Sobre el cielo de Irak, además de
los cazas estadounidenses e ingleses, que sin aval de la ONU realizan la operación «Desert Fox», han empezado a sobrevolar también aviones de otros países, violando el bloqueo económico que dura ya diez años.
Esta «desobediencia internacional» empezó hace algunos meses con un pequeño avión que portaba a una misión italiana de la asociación Italia-Irak llevando ayuda humanitaria.
«Es el preludio –dijo el nuncio Giuseppe Lazzarotto– de algo nuevo después de que ya han aterrizado 60 aviones en estos últimos dos meses».
El embargo suscita serios interrogantes incluso entre quienes representan a Naciones Unidas en el país. «Lo que era aceptable hace diez años, ahora ya no lo es –con estas palabras ha dado un portazo a la ONU y ha abandonado su misión de coordinador humanitario de la ONU, el alemán Hans von Sponeck–. Este embargo es una clara violación de los derechos humanos».
En efecto, es la población iraquí la que sufre las consecuencias en un país donde todo está controlado y la «censura» a las importaciones y exportaciones han golpeado duramente a la economía agrícola y al mercado interno.
«Para que la gente pueda pensar en la democracia, antes necesita comer –decía el padre Joseph Habbi, vicario patriarcal caldeo–. ¿Por qué han querido exterminar a este pueblo. Hay que exterminarlo porque un gobierno se ha equivocado?». El padre Habbi murió el 15 de octubre pasado, en la única vía de comunicación al exterior, la carretera entre Ammán y Bagdad, en medio del desierto, porque el conductor se durmió, algo que sucede a menudo.
Los niños mueren de hambre y de diarrea. Cada mes –según un informe de Unicef– la malnutrición mata a más de 4.500 niños de menos de cinco años. Mientras que aumenta el número de niños que mendigan por la calle, un fenómeno desconocido hace diez años.
La misión italiana de la asociación de amistad y cooperación Italia-Irak ha llevado a aquél país a un grupo de parlamentarios, médicos y empresarios que tienen el objetivo de poner en marcha contactos en previsión de un futuro sin embargo. Ya otros países europeos, sobre todo Alemania y Francia, a nivel de gobiernos, han puesto un pie en Bagdad e iniciado relaciones que se convertirán en acuerdos y contratos.
En los últimos dos años, los medios de información que más de cerca han seguido el drama de Irak han sido las fuentes de información de la Santa Sede y de la Iglesia católica. La agencia misionera fides.org, Radio Vaticano y el didario católico italiano Avvenire, han seguido de cerca los interrogantes que plantea este embargo.
La Santa Sede los había enunciado con claridad en el documento publicado en 1996 «El hambre en el mundo, un reto para todos» (Consejo Pontificio «Cor Unum»), en el que se puede leer: «Observemos también las situaciones de embargo por motivos políticos, como ha sucedido con Cuba e Irak, regímenes considerados como amenazas para la seguridad internacional y que toman, por decirlo así, a su población como rehén. Las primeras víctimas de esta especie de actos de fuerza son las mismas poblaciones interesadas».
«Por eso –añade el texto Vaticano–, se han de tener muy en cuenta los costos en términos humanitarios de esas decisiones. En ciertos casos, los responsables nacionales se valen de las desgracias de sus pueblos, provocadas por sus artimañas, para obligar a la comunidad internacional a restablecer los suministros. Se trata de situaciones específicas que se deben tratar individualmente, cada vez que se presentan, con el espíritu de la Declaración mundial sobre la nutrición, que dice: «La ayuda alimentaria no se debe negar por motivos de afiliación política, situación geográfica, sexo, edad o identidad étnica, tribal o religiosa»» (n. 16).