La pornografía: el nuevo negocio de las grandes empresas

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ROMA (Redacción central), 16 dic 2000 (ZENIT.org).- Aunque la pornografía
no es nada nuevo, ha dejado de ser una actividad en la sombra realizada por
agentes de dudosa reputación de los bajos
fondos.

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Cada vez más las grandes compañías de medios de comunicación
están promoviendo programas donde el sexo aparece explícitamente como
parte de sus actividades comerciales normales, en obvio detrimento de
la familia y los niveles de moralidad.
Por ejemplo, el pasado 10 de diciembre, el «New York Times» indicaba
que incluso en los días de diario por la noche, los canales están
siendo invadidos por programas que son increiblemente ambiguos en sus
referencias al sexo. Este es el caso del show «Boston Public», donde
se ofrece un contenido muy cuestionable, incluso con actores en edad
escolar.
Como indicaba el «Times», las cosas han cambiado mucho en los últimos
años, y mientras que sólo hace unos años «Los Simpson» fueron criticados
por su vulgaridad, los nuevos programas van mucho más allá de los
límites de un entretenimiento en horario familiar. Como afirmaba el
artículo, «la franqueza sexual del show es alarmante en un show
dirigido directamente a adolescentes».
Otro programa, «Titans», de la NBC, también ofrecía sexualidad abierta
en el espacio de las 8 p.m. Aunque el show fue justamente retirado, no
fue a causa de las protestas sobre su falta de moralidad.
El artículo del «Times» mencionaba que a mediados de los setenta, bajo
presión de la Comisión Federal de Comunicaciones (F.C.C.) y el
Congreso, las cadenas televisivas acordaron dedicar el espacio de 7 a
9 p.m. a programas que fueran considerados apropiados para todas las
edades. Aunque un juzgado eventualmente dictaminó que la F.C.C. había
ejercido coerción impropiamente sobre las cadenas, siguió
prevaleciendo una relativa cautela con los programas de primeras horas
de la noche durante algunos años.
Sin embargo, con la expansión de la TV por cable, en los últimos años,
Fox y Warner Brothers ignoraron estos límites y en 1994, Fox emitió
«Melrose Place» desde las 8 a las 9 en punto.

Cambios en la tecnología

En un anterior estudio en profundidad, el «New York Times» (23
octubre) indicaba que los avances tecnológicos han llevado a las
compañías de Wall Street al negocio del porno. Según el Informe
Forrester y la Comisión de Valores e Intercambio, el negocio de la
venta del deseo sexual a través de imágenes se ha convertido en una
industria de 10.000 millones de dólares anuales en Estados Unidos.
Entre las firmas que participan están la General Motors Corporation,
la mayor empresa del mundo. General Motors vende más películas de sexo
cada año que Larry Flynt, propietario del imperio Hustler. El artículo
del «Times» afirmaba que 8,7 millones de estadounidenses están
suscritos a Direct TV, una subsidiaria de General Motors, y que gastan
aproximadamente 200 millones de dólares al año en filmes de pago vía
satélite.
Otra líder de la industria es EchoStar Communications Corporation, la
número dos de las proveedoras por satélite, entre cuyos principales
promotores financieros está Murdoch, de News Corporation. Esta empresa
gana más dinero vendiendo filmes para adultos, a través de su
subsidiaria vía satélite, que Playboy con sus negocios de revista,
cable e Internet juntos.
AT&T Corporation, la mayor empresa de comunicaciones, ofrece un canal
de sexo duro, llamado Hot Network, a suscriptores de su servicio por
cable de banda ancha. También es propietaria de una compañía que vende
videos de sexo a cerca de un millón de habitaciones de hotel.
En Estados Unidos cerca de 1,5 millones de habitaciones de hotel, en
torno al 40% de todas las habitaciones, están equipadas con aparatos
que venden la clase de filmes que se acostumbraba a ver principalmente
en teatros para adultos solamente. Basados en estimaciones
proporcionadas por la industria hotelera, al menos la mitad de todos
los huéspedes compran estas películas para adultos, lo que significa
que el sexo de pago de la televisión de las habitaciones de hotel
puede generar unas ventas de en torno a 190 millones de dólares al
año.
Las dos compañías que proporcionan a los hoteles filmes pornográficos
tienen ambas acciones en Wall Street. La líder, On Command, con sede
en Denver, está valorada en más de 400 millones de dólares y su
principal accionista es Liberty Media, controlada por John C. Malone,
el magnate del cable y las telecomunicaciones, que se sienta en la
junta directiva de AT&T y que recientemente acordó adquirir una
participación del 15% de la News Corporation de Murdoch.
Los estadounidenses compran o alquilan videos de sexo por valor de más
de 4.000 millones al año en los puntos de venta y gastan otros 800
millones adicionales en filmes sexuales menos explícitos. Mientras, en
Internet, el sexo es una de las pocas cosas que encuentra dispuesto a
un gran número de personas a revelar los números de sus cartas de
crédito. Según los dos servicios de clasificación de la red, en torno
a uno de cada cuatro usuarios regulares de Internet, 21 millones de
norteamericanos, visita uno de los más de 60.000 sitos de sexo en la
red, al menos una vez al mes, más gente de la que entra en los sitos
deportivos o gubernamentales.
El «Times» indicaba que algunos de los más populares dominios de la
red son los de New Frontier Media, de cuya propiedad participan de
AT&T, Time
Warner, Advance-Newhouse, Cox Communications y Comcast. La difusión de
la pornografía a través de Internet preocupa especialmente, dada la
casi total falta de control sobre los contenidos, y al mismo tiempo la
habilidad de algunos para acceder al material. Según el «Globe and
Mail» (2 diciembre), sólo en los tres últimos años, el número de
norteamericanos con acceso a Internet se ha casi triplicado hasta más
de 77,4 millones. Casi una tercera parte de estos usuarios, más de 23
millones, son visitantes habituales de sitos porno.
El «Globe and Mail» indicaba que este boom «plantea el espectro de una
crisis cultural». La red está ofreciendo porno fuera de los bajos
fondos y fuera de los estantes escondidos de los quioscos, poniéndolo
en manos de cualquiera que pueda acceder a Internet.
Esto ha llevado a un vasto aumento del número de personas adictas a
material clasificado X. Se estima que 5,5 millones de norteamericanos
emplean más de 11 horas a la semana en los sitos porno, lo que se
define como adicción.

Objeciones a la pornografía dominante

Cuando AT&T anunció que quería empezar a ofrecer la Hot Network de
porno duro a sus 2,2 millones de suscriptores de cable digital,
empezando en agosto, fue castigada por las críticas y presionada por
grupos religiosos y cívicos que tienen acciones en la compañía.
Según el «New York Times», un grupo de inversores de un fondo
compartido, que incluía a las Hermanas de la Caridad de Nueva York, la
Iglesia Evangélica Luterana de Estados Unidos y la Iglesia Mennonita,
dijeron a la AT&T que sus miembros no deseaban participar en una
compañía que vende pornografía.
«En el centro de nuestra preocupación está la idea de que las grandes
compañías están entrando en la pornografía dura –dijo Mark Regier,
que gestiona el fondo compartido de los 800.000 miembros de la
confesión mennonita–. Para una compañía con la tradición de AT&T y su
trabajo de beneficencia, estar envuelta en la pornografía a este nivel
es increíble. Yo no pienso que mucha gente comprenda lo que significa
eliminar las barreras a esta clase de material tal como lo está
haciendo AT&T».
Afortunadamente, no todos los interesados en los medios de
comunicación han optado por el negocio del porno. Según informaba el
«National Cathol
ic Register» (3 diciembre), Adelphia, el mayor
proveedor de televisión por cable del área de Los Angeles, ha
abandonado la programación exclusivamente pornográfica. Adelphia es la
sexta mayor proveedora de televisión por cable de Estados Unidos, con
5,6 millones de suscriptores, y tiene una política de no favorecer la
pornografía. Cuando compra una compañía que incluye canales
pornográficos, tranquilamente abandona estos canales y ofrece
programas alternativos. Aunque esta política se ha llevado a cabo sin
ser notada en muchas ciudades, en Los Angeles el hecho ha llamado la
atención.
En una noticia de primera página, el pasado 4 de noviembre, «Los
Angeles Times» informaba que el cambio de programación de Adelphia
había enfadado a los ejecutivos de otras compañías de televisión por
cable y calificaba la decisión de «arriesgada». Sin embargo, Robert W.
Peters, presidente de «Morality in Media», de Nueva York, aplaudió la
política de Adelphia, diciendo que «merecían una Medalla del Congreso».
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Contenido provisto por SEMANA INTERNACIONAL
(c) Innovative Media, Inc.

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ZENIT Staff

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