NUEVA YORK, 19 dic 2000 (ZENIT.org).- El secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan, recibió ayer 2,7 millones de firmas en las que ciudadanos de 145 países piden una moratoria de la pena de muerte.
De este modo culminó la campaña de recogida de firmas, «Moratorium 2000», que busca precisamente plantear a nivel universal una moratoria en la aplicación de la ejecución capital.
La iniciativa ha sido promovida por la Comunidad de San Egidio (http://www.santegidio.org) y por la religiosa estadounidense Helen Préjean, autora del libro «Dead Man Walking», llevado por Hollywood a la gran pantalla. Respondía al llamamiento realizado por Juan Pablo II en vísperas del Jubileo del año 2000 de promover una justicia en conformidad con la dignidad de la persona humana (Cf. «Pena de muerte: San Egidio recoge millones de firmas por una moratoria»).
La iniciativa ha recibido el apoyo de líderes religiosos de los cinco continentes. Entre los firmantes se encuentran el Dalai Lama; el presidente de Indonesia, Abdurrahman Wahid; los cardenales Roger Etchegaray, presidente del Comité para el Gran Jubileo del año 2000 y James Francis Stafford, presidente del Consejo Pontificio para los Laicos; el presidente de la Comunión anglicana, George Leonard Carey; y la presidenta del World Methodist Council, Frances Alguire.
Mario Marazziti, portavoz de la Comunidad de San Egidio, en declaraciones concedidas a Radio Vaticano considera que la propuesta de la moratoria podría encontrar buena acogida en el presidente electo de Estados Unidos, George Bush. «Ciertamente –reconoce– llega con el currículum de ser el gobernador del Estado de la Unión con el mayor número de ejecuciones no detenidas. Pero, desde mi punto de vista, la moratoria constituye una buena propuesta para Estados Unidos para salir del aprieto de ser la única gran democracia del mundo que utiliza este recurso».
Por lo que se refiere a China y los países árabes es menos optimista. Considera que todavía se requieren años para que la cultura del respeto de la vida penetre en esos países. Ahora bien, recuerda que «muchos países musulmanes que mantienen la pena de muerte no tienen dificultades para apoyar, en la práctica, una moratoria».