BRUSELAS, 24 abril 2001 (ZENIT.org–FIDES).- El padre Venuste Limguyeneza (50 años), es un sacerdote ruandés de la diócesis de Butare. Amenazado de muerte en su país, desde febrero de 1995 vive en Bélgica como párroco de Waterloo. Conoce personalmente a Sor Gertrude y a Sor Marie Kisito, las dos benedictinas acusadas de genocidio en el proceso en curso estos días en un tribunal civil de Bruselas.
La agencia misionera de la Santa Sede, Fides, ha planteado al sacerdote ruandés interesantes preguntas sobre lo que sucedió (Cf. Zenit, 23 de abril de 2001) y sobre la posición de la Iglesia.
–¿Cuál es su impresión sobre el proceso a las religiosas acusadas de participación en el genocidio?
–Venuste Limguyeneza: Tras la tragedia del genocidio se siguió una serie de acusaciones, a veces exageradas, a veces falsas o inventadas. Dentro de la Iglesia lo que hace daño y duele es ver que, en este caso, hay algunas religiosas que acusan a otras religiosas. Es bueno que se haga este proceso. En Bélgica se ha escrito mucho sobre la culpabilidad de la Iglesia en general y sobre las acusaciones a estas religiosas, algunas verdaderas, otras falsas. El proceso nos acercará a la verdad.
–¿Quiere decir esto que la Iglesia no teme la verdad?
–Venuste Limguyeneza: La Iglesia no tiene miedo de la verdad que emerja de una justicia independiente. Si se demuestra la culpabilidad de sus hijos, la Iglesia respetará también las conclusiones del proceso. No, la Iglesia no teme la verdad. En el pasado y en estos meses, la Iglesia ha sido acusada de querer encubrir a los culpables, pero, en realidad, la Iglesia no ha encubierto a nadie.
–Se ha dicho también que la Iglesia ha tratado de esconder a estas dos religiosas…
–Venuste Limguyeneza: La acusación fue lanzada sobre todo por la revista «Golias» en Francia. Ante la opinión pública mundial se ha hablado del poder de la Iglesia, del intento de esconder y substraer al personal religioso de la justicia y, por tanto, de una Iglesia que quiere falsificar la verdad. Es una acusación completamente gratuita.
–Usted es ruandés, de la diócesis de Butare, la misma de las religiosas implicadas en el proceso. ¿Conoce a estas religiosas?
–Venuste Limguyeneza: Sí, las conozco desde hace tiempo. Son religiosas muy comunes, nada de extraordinario. Sor Gertrude, la superiora, era estimada por sus religiosas. Fue superiora por elección, por sus cualidades humanas, de buen sentido: no me parece una «genocidiaria»…
–¿Por qué se interesa el gobierno belga por este proceso?
–Venuste Limguyeneza: Bélgica sigue todo lo que sucede en África central, parte de su pasado imperio colonial. En Bélgica hay muchos ruandeses exiliados, de todas las tendencias, y muchos belgas que han conocido Ruanda. Hay también otros que no conocen la realidad y son más feroces que los ruandeses en el afrontar nuestros problemas. Bélgica está tratando también de construirse una imagen de país que tutela los derechos humanos, que persigue a quienes cometen crímenes internacionales. Ha apoyado el proceso a Augusto Pinochet y ahora se ocupa del Ruanda.
–¿Qué puede ganar Ruanda con este proceso?
–Venuste Limguyeneza: Después del genocidio, todos tenemos derecho de saber lo que sucedió. Y es necesario que los responsables de los asesinatos respondan ante la justicia. Se trata de una cuestión de verdad y de justicia. Cuando se habla de reconciliación es importante pensar también en las víctimas, en sus familias heridas, así como en los inocentes acusados injustamente. Es asimismo urgente que sean exculpados los acusados injustamente.