ROMA, 14 mayo 2001 (ZENIT.org).- «Las guerras de religión combatidas en nombre de la «yihad» (guerra santa) son falsas». Lo ha asegurado el profesor Mohammed Charfì, ex ministro de Educación del gobierno de Túnez, al intervenir en un importante congreso sobre el argumento celebrado en esta ciudad.
«En el Corán (60, 8-9 e 2, 186), la «yihad» se indica sólo como acción de legítima autodefensa y nunca puede ser utilizada como acción ofensiva», aclaró Charfì al intervenir el 11 de mayo en el congreso «Religión, derechos humanos y educación», organizado por el Instituto Pontificio de Estudios Árabes e Islámicos en colaboración con la estadounidense Bradley Foundation.
«Sólo cuando la religión ha sido confiscada por la política se han dado guerras, abusos, y violencia. Se trata de razones políticas que han abusado de la religión y, por tanto, que han violado los derechos humanos», añadió.
El catedrático tunecino aseguró que «las tres religiones monoteístas (judaísmo, cristianismo e Islam) son mensajeras de un anuncio de amor y de caridad. En torno a este mensaje, rabinos, sacerdotes y jeques han elaborado códigos éticos e incluso legislativos. Desde este punto de vista, los hombres de fe constituyen un poder moral paralelo al civil».
Según el profesor Charfì tan sólo Irán, Afganistán, y Sudán tiene una visión en la que la política controla la religión. Los demás países mantienen un punto de vista tradicional, y en el 80% del mundo musulmán tiene lugar en estos momentos una gran evolución.
«En esta parte mayoritaria del mundo musulmán, los castigos corporales y la pena de muerte para los apóstatas han sido abolidas y las mujeres más o menos se han podido emancipar», continuó diciendo.
El ex ministro tunecino dejó claro que cortar las manos «forma parte de una tradición tribal. De hecho, hoy día no hay un país en el que el robo de una vaca o de un camello sea castigado con esta forma de mutilación».
Por lo que se refiere a la pena de muerte, añadió Charfì, «no hay ningún versículo del Corán que sostenga la ejecución capital para los apóstatas».
«El auténtico problema –constató– es que el proceso de educación no sigue esta tendencia, pues permanece el gran temor a introducir cambios. Todos en el mundo musulmán tienen miedo de cancelar la «sharia» (ley islámica)»
El país en el que comienza a darse una auténtica evolución en este sentido es precisamente Túnez, añadió el ex ministro.
«Estamos formando una juventud de creyentes y practicantes, no de santurrones», concluyó Charì. Como ejemplo, «en cada curso durante toda la educación general básica hasta antes de entrar a la universidad, los estudiantes leen y comentan la Declaración universal de los derechos del hombre y, en el séptimo año de escuela, a los alumnos tunecinos se les pide que hagan una comparación entre las tablas de los Diez mandamientos y los versículos del Corán».