28 abr 2001 (ZENIT.org).- El debate sobre el libre mercado y la globalización sale a la luz de nuevo con motivo de la reunión que ha tenido lugar en la ciudad de Quebec, del 20 al 22 de abril, en la que han participado dirigentes políticos de 34 países de América que cuentan con un sistema democrático internacionalmente reconocido como tal. La reunión tenía como objeto sobre todo el debate del tema de la integración económica, mediante la creación del Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA).

Es la tercera cumbre de los jefes de Estado y de Gobierno de los países americanos. La primera tuvo lugar en Miami, Estados Unidos, en 1994, y la segunda en Santiago de Chile en 1998.

El documento informativo preparado por los organizadores de la reunión reconoce que, en los últimos años, la democracia se ha reforzado en casi todos los países, pero todavía quedan muchos problemas. Continúan las violaciones de los derechos humanos, y la calidad de la atención sanitaria y sistemas educativos deja mucho que desear. En el ámbito económico, aunque la mayor parte de los países se ha desarrollado, persisten en algunos casos crecientes desigualdades que amenazan con minar el futuro


Area de Libre Comercio

Según indicaba «Business Week» en su número del 23 de abril, el objetivo de crear un área de libre comercio que armonice Norte, Centro y Sudamérica no será fácil. La población del continente, unos 800 millones de habitantes, con un producto interior bruto de más de 11 billones de dólares, podría ser la mayor zona de libre mercado del mundo. Pero existe sólo en teoría, y aunque los funcionarios trabajan en el proyecto desde hace siete años, el acuerdo final en muchos aspectos esta todavía muy lejos.

Estados Unidos propuso cambiar el plazo final de las negociaciones del 1 de enero de 2005 a finales de 2003, pero en ese punto Brasil se resiste con fuerza. Por otra parte, las conversaciones sobre reducción de tarifas no empezarán hasta mayo del próximo año.

Aparte de la dificultad de coordinar el proceso entre tantos países, el área de libre comercio que se propuesto ha sido objeto de protestas por parte de algunas ONGs y otros grupos contrarios a la globalización. En Estados Unidos ha surgido también un frente de oposición entre los sindicatos por temor a que el ALCA facilite a las industrias el traslado de sus fábricas a zonas en Latinoamérica con mano de obra más barata.

Todo el tema del libre comercio está hoy en discusión, tras el éxito de las protestas contra la cumbre de la Organización Mundial del Comercio, celebrada en Seattle, en noviembre de 1999. La OMC pretende aún que la próxima ronda de conversaciones sobre libre comercio se encamine de nuevo, después del descarrilamiento en la citada ciudad estadounidense. Entretanto, existe la posibilidad de que los bloques regionales de comercio, tales como la Unión Europea y el ALCA, puedan reforzarse. De hecho, algunos defensores del libre mercado se oponen al ALCA y preferirían ver más actividad a un nivel global, en lugar de crear otro acuerdo regional.

Pero muchos hombres de negocios estadounidenses están a favor de promover el comercio en el continente americano. El año pasado, el destino del 22% de las exportaciones de Estados Unidos fue Latinoamérica. Sin embargo, Méjico se hizo con dos tercios del importe total, lo cual quiere decir que hay espacio para incrementar el comercio entre Estados Unidos y otros países.

Según el semanario "The Economist" del 21 de abril, en los 90, la liberalización económica y la formación de bloques de mercado regionales como NAFTA y Mercosur (Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay) se tradujo en que el comercio intra-americano creció más rápidamente que el GDP y que el comercio mundial en general. Si la formación del ALCA se retrasa, Estados Unidos podría iniciar acuerdos bilaterales con Chile y Argentina.

Protestas en Quebec

Meses antes de las reuniones de la última semana, algunas ONGs convocaron a sus miembros en Quebec, con la esperanza de repetir el éxito de Seattle. Las autoridades canadienses pusieron en marcha una barrera de seguridad en torno al sector municipal donde se celebraba la conferencia, a fin de mantener a raya a los manifestantes.

En los discursos de apertura del encuentro, el primer ministro canadiense, Jean Chrétien, condenó la violencia de los manifestantes, y alegó que los dirigentes reunidos en la cumbre representaban la voluntad de los electores, según informaba el «Globe and Mail» del 21 de abril. Chrétien dejó también clara la distinción entre la «pequeña banda de extremistas» que provocaron a la policía y los miles de manifestantes que marcharon pacíficamente contra la libertad de mercado. «Violencia y provocación es inaceptable en una democracia», declaró Chrétien.

Grupos extremistas expresaron claramente su intención de usar medios violentos. Como informaba el «Globe and Mail» en su edición del 14 de marzo, el grupo Convergencia Anticapitalista (CLAC) dijo que estaba justificado el uso de los medios necesarios para detener la negociación de un área de libre comercio de todo América. Cualquier daño que el grupo pudiera hacer a la ciudad de Quebec sería mínimo «comparado con la destrucción cotidiana que el capitalismo realiza en el planeta», dijo el portavoz de CLAC, Jean François Hamilton, en una entrevista.

Otro defensor de la violencia fue el activista francés José Bové. Según el «Globe and Mail» del 18 de abril, Bové declaró en una rueda de prensa, que de la violencia en Quebec serían culpables los 34 dirigentes de la cumbre. «La primera violencia es la violencia institucional», dijo Bové. «La primera violencia es levantar un muro en toda la ciudad. La primera violencia es el libre mercado. El libre mercado está matando ya a millones y millones de personas en todo el mundo».

Aunque hubo algunos choques violentos, no fue una segunda edición de Seattle. Varios periodistas indicaron que, aparte de una zona delimitada de la ciudad, la vida de Quebec no se vio alterada por los acontecimientos. El corresponsal de «The Guardian» (23 de abril) señalaba que, aunque unas 400 personas habían sido arrestadas, en conjunto ni manifestantes ni policía perdieron el control. El peor incidente tuvo lugar el viernes por la tarde, cuando unos 200 miembros del grupo anarquista «Black Bloc» asaltaron una barrera de seguridad de 10 pies de altura. Sin embargo, pese a que los detractores enmascarados atacaron a la policía con cemento armado y palos de hockey serrados, el resto de los manifestantes no siguió su ejemplo.

Conclusiones de la cumbre

En su discurso a los participantes, el presidente de Estados Unidos George W. Bush animó a los líderes a crear un mercado único en el continente. Según el «New York Times» del 22 de abril, Bush declaró que había llegado el momento de «construir una era de prosperidad en un hemisferio de libertad».

Los participantes concluyeron renovando su empeño para finalizar las negociaciones de creación del ALCA antes de 2005, según informaba el «Washington Post» del 23 de abril. La única excepción fue Venezuela, que expresó su reserva respecto al plazo dado. El calendario adoptado en la cumbre exige que las negociaciones acaben en enero de 2005, con la entrada en vigor del acuerdo no más tarde de diciembre de ese año.

La declaración final también incluyó una «cláusula de democracia» con el objetivo de reforzar las democracias de la región. La cláusula establece que «cualquier alteración inconstitucional o interrupción del orden democrático en un estado del hemisferio, constituye un obstáculo insuperable para que el gobierno de ese estado participe en el proceso de la cumbre de las Américas».

Otras medidas anunciadas comprenden la concesión por parte de los bancos de desarrollo, de 40.000 millones de dólares, a cinco años, para apoyar iniciativas para combatir el Sida, promover la educación y reducir los índices de pobreza. También se comprometieron a combatir el problema mundial de la droga y sus delitos, el tráfico ilícito y el creciente desafío del crimen organizado.