MIAMI, 22 mayo 2001 (ZENIT.org).- La Iglesia católica en Cuba desearía que el gobierno cubano entienda lo que es un Estado laico moderno y que permita la evolución de la sociedad mediante la participación del pueblo, ha señalado el presidente de la Conferencia de Obispos Católicos Cubanos en una visita realizada a Miami.
El arzobispo de Camagüey, monseñor Adolfo Rodríguez, ha confirmado informes de prensa sobre el deterioro en las relaciones entre la Iglesia y el Gobierno, en declaraciones publicadas por la última edición de La voz católica, mensual en castellano de la diócesis de Miami
«Ha habido un cierto retroceso», aclara. «Con la Oficina de Asuntos Religiosos ha habido una congelación, una invernación de la relaciones, al menos con la Iglesia católica».
Opina que el gobierno pretende que la Iglesia entre en la dinámica propuesta por el ejecutivo en torno a ciertos temas de tipo político, a nivel nacional e internacional, «una dinámica que no es la de la Iglesia».
Para monseñor Rodríguez este es un punto que los obispos quisieran poder conversar con el gobierno: aclarar «¿qué es la Iglesia? y ¿qué no es la Iglesia? ¿Qué pueden esperar de la Iglesia y qué no pueden esperar?».
«Desearíamos que con las instituciones religiosas sean unas relaciones fundadas en los principios de un Estado laico modermo, sin privilegios para la Iglesia pero también sin discriminación». Porque «el Estado laico tal y como está constituido en Cuba es un estado confesional que no reconoce derechos que en un Estado laico moderno a la Iglesia le correspondería».
Dio el ejemplo de los comercios del Estado en donde «se pueden vender símbolos marxistas o socialistas como banderas, pero no se puede vender un símbolo religioso, y la razón que se da es «que es un Estado laico»».
Un segundo deseo de los obispos, manifestó monseñor Rodríguez, sería «que el Estado busque una evolución de la sociedad mediante la real participación del pueblo. Quienes pueden ayudar a una evolución del país están no exclusivamente, pero sí preferentemente en Cuba».
Porque en la actualidad «el Estado elabora las políticas pero no permite ni facilita que la sociedad ni la Iglesia participen en la elaboración y exige cumplir esas políticas».
Reconoce que «si no se permite la participación no se puede desarrollar el país. Creo que en eso indiscutiblemente tenemos un problema serio».
A pesar de las dificultades, sin embargo, la tarea pastoral sigue su proceso llevando a la práctica un Plan Global de Pastoral que incluye metas específicas hasta el año 2005.
«En ninguna parte del mundo puede estructurarse la pastoral exclusivamente en torno al sacerdote y menos en una Iglesia de muchísimos laicos y poquísimos sacerdotes», dijo refiriéndose a Cuba. En su diócesis de Camagüey hay 24 sacerdotes y 38 religiosas. «El acento es con el laicado y concretamente con los jóvenes», señaló.
Coincidiendo con la clausura del Año Santo, en enero del 2001, la Conferencia de Obispos inició un proceso de Planeación Pastoral Participativa (PPP) que animará la vida de la Iglesia en Cuba hasta el año 2005.
El plan es fruto del análisis de la realidad realizado por la diócesis y algunas comisiones nacionales y está inspirado en las líneas fundamentales de los pronunciamientos de Juan Pablo II sobre Cuba y en la exhortación «Iglesia en América» (en la que el pontífice recogió las conclusiones del primer Sínodo de América, 1997) cuyo tema es el «Encuentro con Cristo vivo promoviendo la conversión, la comunión y la solidaridad».
En Cuba se ha tomado el mismo objetivo general: propiciar el encuentro con Jesucristo vivo y se han adaptado los objetivos : la «conversión» se traduce en «formación»; la «comunión» en «comunidades vivas y dinámicas» y la «solidaridad» es «promoción humana».