ROMA, 4 noviembre 2001 (ZENIT.org).- Se celebran hoy elecciones presidenciales en Nicaragua. Por la primera vez después de diez años los sondeos dan como favorito a Daniel Ortega, sandinista, que fue jefe del Estado hasta 1990.
Los otros candidatos en liza son Enrique Bolaños, del Partido Liberal, sucesor del presidente saliente Alemán, y Alberto Savorio por el Partido Conservador.
Ortega ha cambiado su rostro de duro comandante para presentarse con tonos más moderados y ha declarado que no se repetirán los abusos que tuvieron lugar durante su presidencia, que implicó la confiscación estatal de bienes privados.
Además, ha prometido 1.500 dólares a los campesinos si es elegido. Un hecho denunciado en su homilía el día de Todos los Santos por el cardenal Obando Bravo, salesiano, arzobispo de Managua, que ha definido «degradante cualquier regalo que pueda influir en el voto porque la conciencia no está en venta».
El cardenal, fuerte opositor del régimen sandinista en nombre de la libertad, ha subrayado que «debemos buscar en la historia pasada de los candidatos» para verificar su efectiva capacidad de gobernar, y ha insistido en repetir que son requisitos indispensables las capacidades profesionales y las dotes morales.
En agosto, al inicio de la campaña electoral, el Episcopado publicó un documento titulado «Cristo nos ha liberado para que seamos libres», en el que se subrayan los principios de la democracia, la responsabilidad de los cristianos de vigilar sobre el respeto de los derechos de la persona, sobre la necesidad de «elegir a las personas más idóneas, que se distingan por su competencia en conocer las necesidades del país, que tengan propuestas claras y realizables en el promover la reconciliación, la justicia, el progreso y el bien común, especialmente de los más pobres».