Posibilidades y quimeras de las células estaminales para la medicina futura

Habla el profesor Giovanni Neri, genetista

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MILAN, 19 noviembre 2001 (ZENIT.orgAvvenire).- Un nuevo libro pondrá de manifiesto este martes las sorprendentes posibilidades para la medicina del futuro de las células estaminales extraídas sin necesidad de acabar con embriones humanos.

El volumen, que lleva por título «Ciencia, técnica y respeto del hombre – El caso de las células estaminales» («Scienza, tecnica e rispetto dell¹uomo ­ El caso delle cellule staminali», editorial «Vita e Pensiero», con el título «Scienza, tecnica e rispetto dell¹uomo ­ El caso delle cellule staminali», recoge la aportación de médicos y bioéticos de la Universidad Católica de Milán.

Uno de los autores, el profesor Giovanni Neri, director del Instituto de Genética Médica de esta
Universidad, afronta en su artículo la situación de la investigación y el debate sobre las células estaminales.

El profesor explica en primer lugar la discusión sobre le término «pre-embrión». «Hace quince años –aclara–, algunos investigadores introdujeron el concepto de «pre-embrión», para indicar las primeras dos semanas de desarrollo tras la unión de los gametos. Hoy, esta expresión no es aceptada por la biología, que afirma en cambio que, desde el primer unirse de los gametos hasta el individuo, no hay ninguna solución de continuidad. La expresión «pre-embrión» se usa por tanto sin fundamento biológico sólo por otros motivos».

«El informe Warnock –añade–, que fue el primero en Gran Bretaña que afrontó la cuestión jurídicamente, no ponía en discusión la continuidad del desarrollo embrionario, sin embargo admitió la experimentación hasta el 14 día de la concepción «con el fin de tranquilizar las preocupaciones del público»».

En esta entrevista el científico afronta estas cuestiones que ahora se han hecho candentes con la decisión de los gobiernos de financiar o no financiar los estudios con células madres extraídas de embriones humanos que en la operación son eliminados.

–Estas convenciones tácitas sobre el embrión, al que en sus primeras fases no se le reconoce la dignidad, justifican en algunos casos la experimentación con células estaminales embrionales. ¿Quién ejerce presiones en este sentido?

— Giovanni Neri: El país más liberal es Gran Bretaña, donde se permite la producción de embriones para investigación.

En Estados Unidos, se ha verificado el «no» de Bush. No se fabricarán embriones para investigación con fondos federales y ni siquiera está permitida en los laboratorios públicos la utilización de embriones congelados. Sólo la investigación privada podrá usar los embriones producidos y congelados en el pasado. Es posible que esto cree un «mercado» de embriones para investigación.

De todos modos la decisión de Bush ha evitado muchos problemas. Con el sí de Estados Unidos se corría el riesgo de ir mucho más allá. Por otra parte, los límites puestos por la política parecen por ahora ser compartidos por la mayor parte de los investigadores.

Más bien temo una táctica de pequeños pasos, del «hecho consumado», para descubrir un día que hemos ido mucho más allá de lo que creíamos…

–La investigación sobre las células estaminales presenta fuertes intereses económicos…

— Giovanni Neri: Ciertamente, y en el momento en el que perciban aplicaciones prácticas rentables, como por ejemplo los bancos de tejidos de «recambio», la presión hacia la investigación podría ser muy potente.

–Por tanto, la hipótesis de bancos de tejidos para reparar un día nuestros cuerpos no es infundada.

— Giovanni Neri: No. Y creo que los católicos, en vez de hacer una guerra del «no», harían bien en dar impulso a la investigación alternativa, en particular sobre las células estaminales no embrionales, obtenidas del cordón umbilical, de tejidos fetales y de adulto, como hace por ejemplo en la Universidad Católica de Roma (Gemelli) el profesor Salvatore Mancuso.

Se congelan células estaminales de los cordones umbilicales de los neonatos, con la perspectiva de tener, un día, un «banco» al que pueda recurrir esa persona.

–¿Pero las potencialidades de las estaminales embrionales no son mucho más elevadas que las del adulto?

— Giovanni Neri: No, no es verdad. La investigación sobre las células estaminales de adultos, que en el hombre pueden ser extraídas de la médula, del cerebro, del hígado, promete potencialidades que no son menores. Si bien es verdad que la célula del adulto no es «todopoderosa», cuando se trata de curar enfermedades degenerativas como el Parkinson, disponer de células ya «orientadas» es una ventaja, no un límite.

–Y para fabricar, en cambio, órganos perfectamente compatibles con el receptor?

— Giovanni Neri: En este caso son necesarias las células estaminales embrionales. El procedimiento sería el mismo usado con la oveja Dolly, es decir clonación por transferencia del núcleo. El núcleo de una célula somática del paciente se inserta en una célula óvulo privada de su núcleo. Llegado al estadio de blastocisto, de tal embrión se extraerían las células de la masa interna para obtener estaminales análogas a las del paciente.

–Obviamente esta técnica atenta contra todos los principios de la ética. Este embrión sacrificado, ¿como se podría definir?

— Giovanni Neri: Sería un clon, con el patrimonio genético del único receptor del órgano.

–¿Se ha hecho ya experimentos de este tipo con el hombre?

— Giovanni Neri: No. Al menos, no oficialmente.

–Esta investigación extrema, en algunas de sus aplicaciones provoca en muchos terror. Si los laboratorios siguen por este camino ¿que lograrán, a corto plazo, digamos, cuando nosotros seamos viejos?

— Giovanni Neri: Dentro de treinta años, algunas enfermedades degenerativas podrían quizá ser curables. Pero para pocos, para una élite de enfermos. Ni siquiera para todos los occidentales sino sólo para los más ricos. Los recursos no son infinitos y está claro que la sanidad pública no podrá permitirse tratamientos extremadamente sofisticados. Tengo miedo de que sean poquísimos afortunados los que se beneficien de estas investigaciones. Quizá estamos creando una quimera: una vida larguísima y sana pero sólo para pocos privilegiados.

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ZENIT Staff

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