LIMA, 3 diciembre 2001 (ZENIT.org).- El presidente del Perú, Alejandro Toledo, se reunió este sábado con el cardenal de Lima, Juan Luis Cipriani, y el nuncio apostólico, monseñor Rino Passigato, para evitar que las calumnias avaladas contras sus personas por hombres cercanos al Gobierno afecten a las relaciones Iglesia Estado.
El domingo anterior, el cardenal Cipriani había denunciado que un personaje del Gobierno había viajado a Roma para intentar «desprestigiarlo» ante la Santa Sede presentando documentos falsos.
Posteriormente, el Ejecutivo admitió que el ministro de Justicia, Fernando Olivera, había acudido a la Santa Sede para hacer unas consultas sobre unas cartas que contenían graves acusaciones sobre la conducta del cardenal de Lima y confirmó que eran falsas.
El Gobierno de Perú se ha negado, sin embargo, a informar quién le entregó los documentos falsos y remarcó que siempre trató el asunto «en reserva».
La persona que hizo circular las informaciones falsas quería acusar de manera totalmente desleal al cardenal primado y al nuncio apostólico de mantener lazos con Vladimiro Montesinos, ex asesor presidencial del Gobierno de Alberto Fujimori, recluído en la Base Naval del Callao desde finales de junio.
Los documentos en los que se basaban las acusaciones para comprometer al cardenal eran sumamente toscos: no tenían ningún tipo de sello oficial y presentaban incluso errores obvios de redacción.
Se trata de sistemas de descalificación de personas utilizados por el antiguo régimen de Fujimori y que ahora han sido adoptados por alguna persona cercana al gobierno de Toledo.
En la homilía de la misa de este domingo, el arzobispo de Lima perdonó a quienes le han calumniado e hizo un llamado a serenar los ánimos, y no utilizar los hechos sucedidos con otros fines que no sean «la reparación, el deseo de unidad entre todos los peruanos, y la unidad alrededor de una fe común».
En días pasados, el Consejo Permanente de la Conferencia Episcopal de Perú, presidido por el obispo Luis Bambarén, mostró su solidaridad al cardenal Cipriani, «cuyo honor y buen nombre han sido gravemente mellados en forma denigrante».