CIUDAD DEL VATICANO, 10 abril 2002 (ZENIT.org).- La solución del conflicto en Oriente Medio pasa por la reconciliación entre israelíes y palestinos que debe ser promovida sin preferencias de parte, afirma el hombre de Juan Pablo II encargado de cuestiones ligadas a la paz.
En una entrevista concedida al diario turinés «La Stampa», el cardenal François Nguyen Van Thuan, presidente del Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz, apunta como solución final al drama actual los efectos que tuvo el «mea culpa» del Papa ante el Muro de las Lamentaciones.
El perdón, señala, «es la única receta posible para Oriente Medio, donde ni israelíes ni palestinos parecen dispuestos a hacer un gesto parecido».
«Es indispensable que la religión se depure de interpretaciones fundamentalistas, que deje de ser un motivo de conflicto y un obstáculo para la superación de los problemas geopolíticos. Sólo así será posible una era de apertura, desarrollo y tolerancia», sigue afirmando.
El cardenal vietnamita reafirma la neutralidad de la Santa Sede entre israelíes y palestinos, y delinea la postura de la Iglesia con estas palabras: «condena inequívoca del terrorismo y reprobación de las dramáticas condiciones de vida impuestas al pueblo palestino».
«Las represalias alimentan el odio, y los ataques de los kamikaces hacen que aumente la militarización en el territorio. Israel no puede ignorar la proporcionalidad en el uso de los legítimos medios de defensa», explica.
«Hay una herida que se puede curar si se respetan las negociaciones –explica–. Las resoluciones de la ONU deben ser respetadas por ambas partes. Si se queda en pura teoría el riesgo es la anarquía, donde reina la ley del más fuerte».
«No sólo los organismos supranacionales, sino todos deberíamos hacer nuestra parte», sigue diciendo.
Por último, considera que «en Tierra Santa los cristianos pueden ser un puente entre musulmanes y judíos porque comparten con los musulmanes la lengua y la cultura, mientras con los judíos comparten la tradición bíblica. En la Iglesia ha sido superado todo prejuicio hacia Israel y es erróneo acercarse sólo a uno de los contendientes».