CIUDAD DEL VATICANO, 25 abril 2002 (ZENIT.org).- Al final del encuentro en Roma con representantes de la Santa Sede, que se celebró el 23 y el 24 de abril, los cardenales y la presidencia de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos publicaron este «Mensaje» dirigido a los sacerdotes de su país.
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Nosotros, los cardenales de Estados Unidos y la presidencia de la Conferencia Nacional de Obispos Católicos, reunidos con nuestros hermanos cardenales de la Curia romana en torno a la Sucesor de Pedro, deseamos dirigiros una palabra especial a vosotros, nuestros hermanos sacerdotes, que os entregáis tan generosamente día a día al servicio del Pueblo de Dios.
En vuestra reunión, habéis estado sumamente presentes en nuestros corazones, pues conocemos el pesado fardo de sufrimiento y vergüenza que estáis cargando a causa de algunos que han traicionado la gracia de la ordenación, abusando de aquellos a los que se les había confiado.
Lamentamos que la supervisión episcopal no hay asido capaz de preservar a la Iglesia de este escándalo. Toda la Iglesia, Esposa de Cristo, está afligida por esta herida, ante todo las víctimas y sus familiares, pero también vosotros, que dedicáis vuestras vidas al «sagrado oficio del Evangelio de Dios» (Romanos 15, 16).
A todos vosotros os expresamos nuestra profunda gratitud por todo lo que hacéis para construir el cuerpo de Cristo en santidad y amor. Os prometemos apoyaros de todos los modos posibles en estos momentos de prueba y os pedimos que estéis cerca de nosotros en el vínculo sacerdotal, mientras hacemos todos los esfuerzos posibles para lleva la gracia sanadora de Cristo a las personas a las que servimos.
Nos sentimos en total armonía con el Santo Padre cuando dijo en su discurso de ayer: «No deberíamos olvidar el inmenso bien espiritual, humano y social que la gran mayoría de los sacerdotes y religiosos en Estados Unidos han hecho y siguen haciendo… A las comunidades católicas en Estados Unidos, a sus pastores y miembros, a religiosos y religiosas, a los profesores de las universidades y escuelas católicas, a los misioneros estadounidenses en todas las partes del mundo, se dirige el profundo agradecimiento de toda la Iglesia católica y la gratitud personal del obispo de Roma».
Al mirar al futuro, supliquemos juntos al Sumo Sacerdote la gracia de vivir este momento de prueba con valor y confianza en el Señor crucificado. A esto nos emplaza nuestra ordenación: «Imitad el misterio que celebráis, modelad vuestra vida según el misterio de la Cruz del Señor» («Rito de la Ordenación»); es un aspecto esencial de lo que nosotros ofrecemos ahora a la Iglesia, que pasa a través de momentos de sufrimiento y purificación. Desde la casa del Sucesor de Pedro, que nos ha confirmado en nuestra fe, queremos confirmaros en el humilde y elevado servicio del sacerdocio católico al que hemos sido llamados. ¡Que la paz sea con vosotros!
[Traducción del texto original en inglés, distribuido por la Sala de Prensa de la Santa Sede, realizada por Zenit]