BELÉN/ROMA, 10 mayo 2002 (ZENIT.org).- Después de 39 días, en la mañana de este viernes se levantó definitivamente el asedio de la Basílica de la Natividad de Belén, provocando profunda satisfacción en el hombre que ha desempeñado un papel decisivo para alcanzar este resultado, el cardenal Roger Etchegaray.
El enviado especial de Juan Pablo II para la liberación del asedio del templo aplaudió en una declaración el acuerdo final sobre la suerte de trece de los palestinos encerrados en su interior que desbloqueo la situación: «Hay que felicitar a todos los participantes en esta carrera de obstáculos por el éxito alcanzado».
«Pero todavía queda aún mucho por hacer para alcanzar una paz justa y permanente no sólo en Belén, sino en toda Tierra Santa –añade el purpurado vasco-francés–. El camino será largo: para avanzar se necesitará una solidaridad a toda prueba de todos los hombres y de todos los pueblos».
Al amanecer de este viernes, el autobús con los trece palestinos destinados al exilio dejaba la plaza delante de la Natividad, poniendo final al asedio del Ejército israelí que duraba desde el 2 de abril.
Acusados por Israel de «terrorismo», los trece hombres fueron embarcados en un vuelo hacia Chipre para ser traslados después a los países que han dado su disponibilidad para acogerlos: España, Grecia, Italia, Canadá, Austria, y Luxemburgo.
Otros 26 palestinos considerados por el Ejército israelí como de «peligrosidad media» serán confinados en la Franja de Gaza.
El arzobispo Pietro Sambi, nuncio apostólico en Israel y delegado apostólico en Jerusalén y Palestina, ha confirmado a los micrófonos de Radio Vaticano el papel decisivo de la mediación del cardenal Etchegaray.
El presidente emérito del Consejo Pontificio Justicia y Paz, de 79 años de edad, según monseñor Sambi, «ha tenido una importancia decisiva para hacer casi visible la preocupación cotidiana de Juan Pablo II, su palabra, su oración para alcanzar una solución al problema de Belén».
«Ha logrado hacerlo visible no sólo al mundo cristiano de Tierra Santa y al mundo cristiano universal, sino también a las autoridades israelíes y palestinas», sigue diciendo el arzobispo, que le acogió durante su estancia en Jerusalén la semana pasada.
El purpurado se reunió en esos días con el presidente israelí Moshé Katsav, en Jerusalén, y con el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Yasser Arafat en Ramala.