CIUDAD DEL VATICANO, 12 mayo 2002 (ZENIT.org).- Juan Pablo II dio las gracias este domingo a todos los que ayudaron a levantar el asedio de la Basílica de la Natividad de Belén y abogó por un futuro de paz en el respeto de los derechos de israelíes y palestinos.
«Hemos recibido todos con alivio la noticia de que la Basílica de la Natividad de Belén ha sido restituida a Dios y a los fieles», dijo el Santo Padre al encontrarse a mediodía con varios miles de fieles reunidos en la plaza de San Pedro del Vaticano.
Tras rezar la oración mariana del «Regina Caeli», dio las gracias «a todos los que han contribuido a devolver al lugar santo su verdadera identidad religiosa».
En particular, envió un saludo «a las comunidades de franciscanos, de griegos, y de armenios ortodoxos que con notables sacrificios han sido custodios fieles del santuario» durante los 39 días que duró el asedio.
Asimismo, desde la ventana de su biblioteca, alentó «a la población de Belén y de los alrededores» «a reemprender el camino con fe y esperanza en Dios, que en su tierra se hizo tan cercano al hombre».
«Mi enviado especial, el eminentísimo cardenal Roger Etchegaray, es hoy portavoz en Belén de estos sentimientos míos», aseguró el obispo de Roma.
El purpurado vasco-francés celebró en la mañana de este domingo una eucaristía solemne en la iglesia de Santa Catalina, adyacente a la Basílica de la Natividad de Belén, para marcar la restitución del templo al culto.
«El mensaje universal de Belén es: amor, justicia, reconciliación y paz –dijo el Papa al despedirse de los peregrinos–. Sobre estos cimientos se puede construir un futuro respetuoso de los derechos de los pueblos israelí y palestino, con recíproca confianza».
