BALTIMORE, 5 mayo 2002 (ZENIT.org).- El Catholic Relief Service (CRS), la organización de asistencia en el extranjero de la Iglesia católica en Estados Unidos, ha lanzado la voz de alarma ante la carestía de alimentos causada por la grave sequía que ha alcanzado niveles críticos en países de todo el sur de África.
El anuncio del Gobierno de Zimbabwe de un «estado de calamidad» es el último acontecimiento del drama indescriptible del hambre que está asolando a la región.
Entre 2 y 5 millones de personas corren el riesgo de hambruna en Malawi, Zambia y Zimbabwe, e incontables millones más están en peligro de sufrir grave malnutrición y enfermedades.
Los últimos tres años han visto una gran escasez de lluvias y pobres cosechas, con la sequía de este año que ha complicado la situación, causando el fracaso de las cosechas y alzando los precios de los alimentos.
«En toda la región, la población está sufriendo. Vinimos en los primeros meses del año, conocidos como la "estación del hambre" y nos dimos cuenta que la cosecha estaba muy por debajo de las expectativas. En la desesperación, muchos están ahora comiendo las semillas que tenían que ser sembradas para la próxima cosecha para la que faltan todavía 10 meses», dice Idumbo Kasele, consejero técnico agrícola del CRS, la Cáritas de Estados unidos, para la región del sur de África.
En circunstancias normales, la falta de alimentos en un país se soluciona con las importaciones. La capacidad de estas naciones de afrontar la situación presente, sin embargo, ha sido agotada tras los ciclos de inundaciones y sequías que han coincidido con la inestabilidad política y económica.
La distribución de alimentos de emergencia, que CRS ya ha iniciado en Malawi, se ampliará, con un programa complementario que prevé distribución de semillas para la próxima estación de siembra y proyectos de educación para enseñar prácticas de desarrollo agrícola sostenible.
Similares esfuerzos se están haciendo en Zambia. En Zimbabwe, el CRS está organizando centros de nutrición de emergencia y redes de seguridad para los malnutridos, muchos de los cuales están enfermos de sida.
«La inseguridad alimentaria, que se está agudizando, no puede ser resuelta solamente con la distribución de ayudas --indicó Kasele--. Necesitamos estar seguros de que la gente está preparada para el futuro, esta es una región proclive a la sequía, pero nadie tiene que morir de hambre; estamos trabajando no sólo para ayudar a superar esta crisis sino también para mitigar las futuras».
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May 05, 2002 00:00