NAZARET, 2 mayo 2002 (ZENIT.org).- Es difícil imaginar un hospital en Israel, en estos momentos de enfrentamiento, en el que médicos y enfermeros árabes y judíos trabajan codo a codo. Se trata del Hospital de la Sagrada Familia de los hermanos de San Juan de Dios italianos.

Aquí cristianos, musulmanes y judíos se encuentran incluso para rezar el Padrenuestro. Las enfermeras musulmanas piden a una religiosa que lea un pasaje del Evangelio antes de ponerse a trabajar.

El hospital, situado en una de las ciudades de Israel con el mayor porcentaje de árabes, como un «milagro» de convivencia y colaboración entre personas de diferente etnia, religión y sentimientos nacionales.

Lo puso en marcha hace 120 años la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios. Ofrece 105 camas, servicios de urgencias, radiología, cardiología, etc. Ofrece posibles servicios a una población de 250.000 personas.

Registra habitualmente 7.500 hospitalizaciones, 3.500 operaciones, 1.500 partos y 20.000 visitas ambulatorias. Se ha convertido en el principal centro para la prevención del cáncer de mama entre los árabes israelíes «gracias a la donación de una judía estadounidense enviada por la Sociedad israelí para la lucha contra el cáncer», explica satisfecho Giuseppe Fraizoli, director general del hospital.

Y añade: «Lo que para quien viene parece un milagro, para nosotros es experiencia cotidiana».

Es obvio que no faltan los problemas: «El servicio del hospital --explica Fraizoli-- requiere el equivalente a 11 millones de dólares al año, pero las entradas no cubren más de 9 ó 10. El resto lo deben poner los religiosos de otras actividades».

Además de centro sanitario, el hospital es una insustituible fuente de renta para 300 familias, en su gran mayoría árabes, que no sabrían cómo subsistir en un área donde la tasa de desempleo es especialmente alta.

«Por favor --suplica el doctor Fraizoli-- allí fuera, acordaros de este hospital».