En tiempos de bajeza moral, alzar los ojos a la Eucaristía

Propuesta del cardenal de Buenos Aires en el «Corpus Christi»

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BUENOS AIRES, 3 junio 2002 (ZENIT.org).-
La solemnidad del «Corpus Christi» se celebró este domingo entre los argentinos en un clima especial, dominado por la crisis económica, social y moral por la que atraviesa el país.

«En estos tiempos tan difíciles de nuestra Patria en los que la bajeza moral parece achatarlo todo, nos hace bien alzar los ojos a la Eucaristía y acordarnos de cuál es la esperanza a la que hemos sido llamados», expresó el cardenal Jorge Mario Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires y primado de Argentina

De acuerdo con la agencia católica argentina (AICA), la catedral metropolitana, donde presidió el cardenal Bergoglio la eucaristía, acogió una multitud de
fieles en esta fiesta; otros muchos se unieron a la celebración desde fuera, a pesar de la intensa lluvia.

El purpurado evocó a Moisés –quien condujo al pueblo de Israel hacia la Tierra Prometida durante cuarenta años por el desierto –, cuyas palabras «resuenan en nuestros oídos con dramático realismo. «Acuérdate de todo el camino que el Señor tu Dios te ha hecho andar durante estos cuarenta años en el desierto para humillarte y probarte y conocer lo que había en tu corazón»».

«Allí, en el desierto –explicó–, en el preciso momento en que el pueblo no puede encontrar nada, salvo sus límites, el Señor les regala un alimento especial: el maná, figura y adelanto de la Eucaristía. Ese pancito del cielo tiene sus características particulares: sólo dura por el día; hay que compartirlo con los demás, porque si sobra ya no sirve; cada uno junta solamente lo que necesita para su familia. El maná le enseña al Pueblo a vivir «del pan nuestro de cada día»».

El prelado no dudó en asimilar estas palabras a las circunstancias que atraviesa el país: «También nosotros, como Pueblo, estamos en una situación parecida: una situación de desierto, una situación que nos exige decisiones en las que nos va la vida. Frente al Pan vivo, como Pueblo fiel de Dios –añadió el arzobispo de Buenos Aires–, dejemos que el Señor nos diga: Pueblo mío, acuérdate con qué pan te alimenta nuestro Padre del Cielo y cómo son los panes falsos con que te ilusionaste y te llevaron a esta situación».

También recordó que el Pan del Cielo «es un pan solidario que no sirve para ser acaparado sino para ser compartido y celebrado en familia». Además, «te hace compañero de Jesús y te sienta a la mesa del Padre de la que no está excluido ninguno de tus hermanos».

La procesión tuvo lugar en el interior de la catedral y fue complementada por un tiempo de meditación ante el Santísimo. Al finalizar la celebración eucarística, una anciana, un padre de familia desempleado, un niño y una joven, rogaron a Jesús para que cambie la actitud de «insensibilidad y egoísmo de unos pocos», acompañe a quienes le falta el pan y el trabajo, y despierte «el compromiso sincero al bien común» que permitirá reconstruir la patria, concluye AICA.

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ZENIT Staff

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